Ayer cuando estaba en la cafeteria tomando un café tranquilamente tuve la posibilidad de oír una conversación que explicaba con todo lujo de detalles cómo iban a reformar un local que está en la esquina de la calle Paloteado con la Avenida del Barrio para convertirlo en un salón de juegos y apuestas. Local situado prácticamente enfrente del colegio Anunciata donde estudian nuestros hijos mayores y pequeños.
¿Qué es lo que pretendemos? ¿Educar a nuestros hijos una cultura de juego y de apuestas?
Ya es complicado de por sí llevar un sueldo decente a casa como para que este tipo de locales se encargue de enganchar a nuestros hijos desde pequeños. Parece ser que nuestro Ayuntamiento no tiene demasiados escrúpulos a la hora de conceder permisos de obras para negocios que han demostrado que son un grave perjuicio para la comunidad.
Javier Miranda Rivas