Opinión

Robar sale barato

Curiosamente, el jueves 1 de mayo, día internacional del trabajo, intentaron robar en nuestras oficinas.

Destrozó el cristal de mi despacho pero no consiguió entrar. Digo que “destrozó” en tercera persona del singular porque puestos al habla con Policía Nacional y Municipal, y tras realizar la oportuna denuncia en Comisaría, ya se imaginaban quién era el autor de los hechos: Lo han cogido varias veces, pero en el Juzgado lo dejan libre por falta de papeles con su identidad y pasaporte de origen, si bien su ADN quedó bien de testigo en la impronta del marco. ¿Hace falta mayor prueba?

Lo triste es que, pasado el puente y comentado el asunto con comerciantes y empresarios de la capital de la Mejana, me cuentan una cantidad ingente de peripecias que estamos padeciendo en silencio como unas almorranas, ya que llevamos una temporada asistiendo con sorpresa y rabia a infinidad de robos y hurtos en supermercados y otros espacios públicos o privados, y lo más triste es ver cómo los cuerpos de seguridad se encuentran aburridos y desencantados porque sus pesquisas de poco sirven ya que nuestra legislación mete por una puerta al malhechor y lo saca por la otra.

No gusto de abogar por el ojo por ojo. Pero vamos mal si nuestro nuevo Código penal encarcela al trabajador porque se pasa pisándole al coche, y deja partir al cantamañanas que gusta de lo ajeno y huye del tajo del trabajo que es de donde debe salir el pan de cada día de todos.

Si no se valora el esfuerzo, y sale barato robar con total impunidad y larga jeta: ¿Dónde vamos a ir a parar? Mariano