Opinión

Las redes, el paraíso de hablar sin pensar

Soy consciente que desde la primera palabra que me pongo a escribir de este artículo es posible que se pueda volver en mi contra porque estoy seguro de que yo mismo alguna (o varias veces) habré caído en la tentación de haber escrito tonterías en las redes sociales, pero tras los comentarios leídos a lo largo de todo este fin de semana en una noticia del muro de facebook de Plaza Nueva da para reflexionar. Y también para sentir bastante lástima y preocupación. 

Soy periodista y me gusta informarme desde diferentes puntos de vista. Leer lo que se comenta por unos y otros sitios y luego ir atando cabos y buscar otros puntos de vista. Es por ello que estoy en varios grupos de facebook y, pese a que muchas veces tengo la tentación de enfrascarme a debatir y rebatir diferentes polémicas, normalmente respiro tres veces y continúo a lo mío. Lo de este fin de semana ya me ha parecido excesivo. No porque haya sido más o menos grave que en otras publicaciones que haya podido leer por ahí, sino porque me ha tocado verlo en el muro de nuestro medio, en Plaza Nueva.

Diferentes puntos de vista

Tenemos la equivocada creencia que por el mero hecho de estar en una red social podemos decir lo que queramos. Es más, cuanto menos pensemos y más insultemos, mejor. Me imagino a toda esta gente entrando a un bar y llamando gilipollas al camarero porque la taza es blanca y a un cliente estúpido por estar leyendo un periódico que no le gusta. La barra libre que creemos que nos permiten estas redes sociales, unido a que en ocasiones nos podamos esconder a través de perfiles falsos, sacan en muchas ocasiones lo peor de cada uno. Nos quitamos las caretas, dejamos los filtros a un lado y empezamos a vomitar barbaridades sin pensar nada más. Y digo "sin pensar", porque prefiero pensar eso a creer que realmente hay tanta mala gente ahí a fuera. Yo voy por la calle y la gente con la que me cruzo es bastante normal y en la inmensa mayoría de los casos son simpáticos. 

La profesión de periodista es tan bonita como compleja y además existe una importante responsabilidad. Es tal, que a veces no somos ni conscientes de todo ello. Luchamos además contra uno de los grandes males de la nueva era: la sobreinformación, con sus fake news de fondo. Una misma noticia se utiliza desde dos puntos completamente opuestos para sus "beneficios" propios. Sí, una locura. Y también luchamos contra el poder de los titulares, a veces desafortunados. Con tal volumen de noticias hemos pasado a dejar de leer las noticias. Nos quedamos con el primer flash que nos llega y a partir de ahí desarrollamos nuestras teorías, sin ser conscientes de lo pobres que se pueden quedar a posteriori nuestros argumentos. 

Luego nos sorprendemos de que crecen los radicalismos, los independentismos y todos los "ismos", pero ¿acaso nos hemos preguntado qué hacemos nosotros como individuos para frenarlos? A veces duele mirarse en el espejo, pero es necesario hacerlo.