Plumas al cierzo

Que pasará en tus no fiestas

José Isidro López Fumero, de Canarias a Tudela, nos escribe este relato.
 

Este año no habrá fiestas y, no dejo de pensar -estas fechas entrañables que me duele recordar- en lo que nos va a pasar cuando llegue ese momento. Es verdad que no sé ver lo que puede suceder ni por qué va a pasar esto, ni por qué me meto dentro de ese triste desaliento que penetra tan profundo, tan intenso, en las fibras de mi ser.

Hay un virus con corona que decide suspendernos. Se me ha roto el calendario y me cuesta comprender que este año no habrá fiestas en honor a tu patrona. Debe haber una razón poderosa para eso. Me he quedado relegado al rincón del pensamiento por prudencia y prevención.

No habrá bailes ni verbenas, no habrá bandas ni conciertos, ni actividades sociales, ni bullicio a todas horas. No habrá cantos ni charangas, ni desfiles de gigantes. No oficiarán tus gaiteros, no habrá juegos, no habrá voces, más allá de tu silencio. 

Serán los días muy largos, añoraré tus folclores, el temple de tus encantos, tú sombrero de ala ancha, el camino a las murallas que me llevan al medievo y, ese olor a multitudes que se funden y que bailan en el denso palpitar de tu mágica mirada.

No sentiré tu pregón, no escucharé tus palabras, ni el devenir de la gente, ni el transcurrir de las horas, ni el reventar del exploto. No habrá globos, no habrá sueños, no habrá niñ@s, no habrá feria, no habrá cielos, no habrá almuerzos ni carteles ni concursos ni diseños, no habrá encierros y, no habrá, toro de fuego. 

Habrá homenaje a la ausencia, habrá un adiós a la abuela, habrá mucho que añorar. Sentiré melancolía cuando sienta ese vacío en los tiempos malheridos de la casa del reloj.  No me pienso conformar con sentirme derrotado porque dentro de mi alma queda mucho por soñar. No me voy a separar de tú amor por ese monstruo que me acaba de mandar al rincón del pensamiento por prudencia y prevención. 

Te sentiré en mi memoria. Me sentaré junto al quiosco, de espaldas al exterior; sentiré la plaza entera girando a mi alrededor y, después, con emoción, me ceñiré tu pañuelo. Ofreceré resistencia a ese caos virulento al que voy a derrotar con mi golpe de tambor. 

Me adentraré en los momentos más vibrantes del recuerdo. Abriré mi corazón a los cálidos momentos que me harán entristecer mientras vuelvo a preguntarme, el porqué de esta tristeza, el por qué me duele tanto, este triste desconsuelo.