Opinión

El pañuelico en el corazón

El año 2020 lo recordaremos por el año en que el coronavirus nos cambió la vida, nos confinó en casa y nos arruinó las fiestas, las vacaciones, la vida social… Muchos tudelanos esperamos cada año las fiestas con nerviosismo, con expectación, en cuanto pasa la Semana Santa. Esperamos la novena, los almuerzos, el chupinazo, los actos de las peñas, los encierros, los toros, el juntarnos con los amigos y acudir de bar en bar, de peña en peña…

Todo esto queda lejos este año porque las fiestas se han tenido que suspender por el dichoso virus. Y aunque no se hubiera tomado esta decisión, el distanciamiento y la mascarilla hacen que las fiestas no sean las mismas, que no sean nuestras fiestas. No nos podemos juntar, no debemos, no nos podemos abrazar, besar… ¿qué fiestas son esas? Desde luego no las nuestras.

Y no puede ser de otra forma. La responsabilidad y la solidaridad tiene que imperar y el duro confinamiento de marzo y abril no puede haber sido en vano.

Es difícil aceptar que algo tan pequeño y tan intangible, paralice el sueno de miles de personas por pasarlo bien, que convierta unos días especiales que esperamos de año en año en días corrientes, que haga que las personas se separen en estos días en que a todos nos da por abrazamos como si no hubiera un mañana. Pero así es.

Bueno… así es, en parte. Porque nos queda llevar las fiestas en el corazón, subir el pañuelo al aire a las 12:00 horas del día 24 a la vez que gritamos un “Viva Santa Ana y viva Tudela”, estemos donde estemos. 

Nos queda homenajear el día 26 a nuestra patrona en Tudela, en Gandía o en Salou. Nos queda felicitar las fiestas por WhatsApp a los amigos con los que año tras año nos vamos a almorzar y de peñas recordándoles que estamos con ellos como todos los días 24. Este virus podrá quitarnos la calle pero no el sentimiento con que Tudela entera vive las fiestas.