Opinión

Navidades líquidas

Llega una nueva Navidad, la de 2019, esa etapa de la vida donde pase lo que pase es obligatorio ser feliz, desear al resto de la ciudadanía que lo sea como si fuera de manera imperativa.

¡Que pases unas felices fiestas! Repetimos machaconamente como una orden incuestionable.

Momento de buenas intenciones, aunque el día anterior o posterior hayamos estado fastidiando al prójimo o siendo fastidiados por él. Qué bonito…..

En una sociedad líquida e hipócrita como la actual parece irónico escribir sobre ese tipo de Navidad idílica y más propia del pasado, donde los deseos que se lanzaban eran sólidos y sinceros, reales, se cantaba villancicos al son de la zambomba, se comía polvorones y hasta las cenas familiares hacían ilusión.

Cómo ha cambiado este mundo, como decía otro cínico como Alfonso Guerra, “ya no lo conoce ni la madre que le parió”.

Pero no debemos flagelarnos, hay que ser positivos, educados y humanos aprovechando este espacio para en primer lugar, agradecer que se nos deje un pequeño rincón donde expresar nuestras ideas, con respeto y absoluta libertad.

Así que, Plaza Nueva, gracias, eskerrik asko; para respetar eso del bilingüismo cuatripartito. Desearos con sinceridad y aprecio que paséis unas felices fiestas y que el próximo año 2020 (número precioso que esperemos no sea de mal augurio) os traiga todo lo que deseáis.

Que ese año redondo sea el de la consolidación de la pluralidad en Navarra, que la derecha no estorbe demasiado, que en el Estado tengamos al fin gobierno de progreso que dure toda la legislatura, que solucionemos el lío de la periferia, en especial en Catalunya y que la crisis no sea tan cruel como la de 2008, o al menos que nos coja protegidos.

Para el mundo que no continuemos esa marcha suicida que nos lleva a la destrucción del planeta. Que seamos capaces de ponernos de acuerdo para evitarlo y que los negacionistas (que casualmente, o no, son los más poderoso) como San Pablo caigan del caballo.

Ojalá seamos capaces de frenar el fascismo que avanza de manera incontrolada, al racismo, la xenofobia, homofobia y el resto de fobias que nos devuelven a la época del Neandertal. Siempre desde el respeto al diferente, incluso al muy diferente. 

Que seamos felices, no sólo con las grandes cosas, también con las pequeñas que a menudo son aún más importantes. Una charla con amigos, observar una puesta de sol en silencio absoluto, la lectura de un buen libro, escuchar buena música, sea clásica o rock, un paseo sosegado, un gesto de cariño y solidaridad, un juego con tu animal de compañía, la mirada de tu hijo o tu nieto…..

Ser felices pues amigas y amigos, los que trabajáis ahí, colaboradores o lectores.

Al final uno es consciente que acaba escribiendo lo de todos los años con una leve sonrisa en los labios.

Si es que hasta los gruñones críticos nos ablandamos en estas fechas, je je. 

Pd. Un último deseo para mi Olentzero, o Reyes Magos: Que me devuelvan mi carnet del PSOE injustamente arrebatado.