Navarra

Navarra recupera el empleo anterior a la crisis, pero el desempleo sigue siendo superior al de 2008

Estos y otros datos se recogen en el informe que hoy ha presentado la consejera de Derechos Sociales Carmen Maeztu.
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photo_camera Navarra ha incrementado en más de 43.000 personas as afiliaciones a la Seguridad Social desde 2014

Navarra ha incrementado en más de 43.000 personas (un 17,8%) las afiliaciones a la Seguridad Social desde 2014 hasta la actualidad, lo que ha permitido recuperar el empleo anterior a la crisis, superando ligeramente, la cifra de 2008, pero no ha sido posible disminuir las cifras del paro a los ratios anteriores, de forma que en enero de 2020 hay 10.107 más personas desempleadas (un 42%).

Estos y otros datos se recogen en el informe que hoy ha presentado la consejera de Derechos Sociales Carmen Maeztu; el consejero de Desarrollo Económico, Manu Ayerdi, y el director del Observatorio de la Realidad Social, Luis Campos, bajo el título “Transformaciones del Empleo en Navarra y Principales focos de atención. Orientaciones para el Plan de Empleo de Navarra”.

Este documento, además de recoger un ambicioso diagnóstico sobre el empleo en Navarra, identifica los retos a los que se enfrenta nuestra Comunidad en este ámbito y plantea propuestas estratégicas para su reflexión en el marco de la negociación del citado Plan de Empleo.

En cuanto a la generación de empleo, medido a través de la afiliación a la Seguridad Social, la cota mínima de afiliación se alcanzó en enero de 2014 con 243.505 afiliaciones a la Seguridad Social. Por tanto, si se tiene en cuenta el último dato publicado (286.929, enero de 2020), se ha producido un aumento de 43.424 afiliaciones, un 17,8%. De hecho, la actual cifra de afiliación sigue siendo superior a la cota máxima alcanzada antes de la crisis.

En relación con el desempleo, el primer aspecto a desacatar es que las ratios de crecimiento de empleo de estos últimos años no han sido capaces de recuperar totalmente las cifras de paro de los años anteriores a la crisis. El paro registrado en enero de 2020 se sitúa en 33.872 personas, 10.107 más que en enero de 2008. Sin embargo, también hay que destacar que hay 22.652 personas paradas menos que en febrero de 2013 (cota máxima de paro en Navarra con 56.524 personas paradas), un -40,1%. Si tenemos en cuenta los datos de la EPA, hoy tenemos 4.300 parados más que en 2008, aunque 30.400 menos que en 2013. En ese sentido, en el propio diagnóstico se advierte de los efectos de una cierta desaceleración económica y laboral más evidente a partir de la segunda mitad del año.

Desempleo por género y duración

Igualmente, cabe destacar que esta crisis en un inicio provocó una “igualación a la baja” en las desigualdades de género. Sin embargo, en el periodo de recuperación se han vuelto a incrementar dichas desigualdades, especialmente entre las mujeres y las personas inmigrantes. Así, del total de personas desempleadas en 2019, el 59,6% son mujeres (en 2009 era el 49%) y las tasas de paro de la población extranjera se sitúan en el 19,4% frente al 6,7% del conjunto de la población con nacionalidad española (datos EPA 2019).

El análisis constata un problema que ya se puede catalogar como crónico en el mercado laboral; la existencia de un mayor desempleo estructural consecuencia en gran medida de la fuerte crisis económica sufrida en Navarra y en España en general. De hecho, en 2019 el desempleo de larga duración registrado supone alrededor del 33% del desempleo. Aunque está mejorando en los últimos años, este porcentaje llegó al alcanzar el 41,2% en 2015, lo cierto es que en 2008 suponía el 25%. La evolución, sin embargo, no afecta a todos los colectivos por igual. Así, los incrementos en las tasas de DLD que afectan al conjunto de personas desempleadas se agravan en determinados segmentos de población; el 40% de las mujeres desempleadas lo son de larga duración, el 40% de los mayores de 55 años y el 39% de los que sólo llegan a los estudios primarios. El porcentaje de personas desempleadas de larga duración se ha incrementado en mayor medida en el colectivo con educación primaria o sin estos estudios.

Tipos de contratos

Por otra parte, también crece, y de manera importante, la contratación. El número de contratos registrados cuyo centro de trabajo está en Navarra ha alcanzado una cifra histórica con casi 400.000 contratos registrados en 2019 (desde 2013 el número total de contratos anuales ha ido creciendo). La suma de las dos variables, crecimiento de la contratación y permanencia de las cifras de desempleo nos hablan de una contratación en la que una parte de la misma es sustancialmente más en precario. Pese a que la tasa de temporalidad se mantiene en cifras similares a antes de la crisis y el importante crecimiento de la contratación indefinida entre 2013 y 2019 (un 12,1%), este último año el porcentaje de contratos temporales de corta duración, de una semana o menos sobre el total, ha sido del 39,2%. En realidad, se trata de un fenómeno consolidado; en los últimos cinco años el peso de este tipo de contratación ha rondado el 40%. El porcentaje de personas que sólo ha tenido contratos temporales durante este periodo ha sido del 82,8%.

Simultáneamente, se incrementan los empleos a jornada parcial, del 13% en 2008 al 17% actual (datos anuales EPA). La tasa de parcialidad de las mujeres ocupadas es del 27,6% frente al 7,4% de los ocupados. Las personas que han tenido contratos a jornada parcial durante este último año han sido el 35,4%.

Siniestralidad laboral y salarios

Y de manera pareja a la flexibilidad, hay otro aspecto fundamental del mercado de trabajo que ha manifestado un ascenso relevante, que es la siniestralidad laboral. Navarra, una Comunidad Autónoma que ha mostrado tradicionalmente índices de accidentalidad por debajo de la media estatal, en los últimos años ha registrado un incremento de la siniestralidad que ha roto con esta tendencia. Así, en los años 2017 a 2018, el índice de incidencia de accidentes de trabajo con baja en jornada se ha incrementado un 5,8%, el porcentaje más elevado a nivel estatal, si bien muy inferior al registrado en los años previos a la crisis.

Por el contrario, en términos salariales, Navarra sigue manteniendo niveles claramente por encima de la media estatal. Los últimos datos muestran como el coste salarial por persona trabajadora y mes, ha ascendido en Navarra de manera significativa desde finales de 2016, muy por encima de la media estatal. De hecho, la diferencia entre el coste salarial de Navarra y el Estado alcanza, el tercer trimestre de 2019, los 166,38 Euros. No obstante, si tenemos en cuenta la evolución del IPC y la de los salarios (según el coste salarial ordinario) se produce también en Navarra un importante descenso del poder adquisitivo, sobre todo en el periodo 2011 a 2013. La tendencia se rompe en 2014 para volver a caer, aunque de manera más leve, en 2015 y 2016. Es a partir de 2017 cuando el poder adquisitivo vuelve a la senda del crecimiento. Sin embargo, dado el importante impacto de la crisis, esa recuperación del poder adquisitivo resulta positiva aunque todavía insuficiente, según el estudio.

Descenso de la población activa

Uno de los desafíos más importantes es el reto demográfico. Navarra es una Comunidad longeva y la evolución del índice de envejecimiento, aumentando 9,8 puntos desde 2008 hasta 2018, así lo constata.

En el marco laboral, la primera consecuencia observable de esta realidad es la importante reducción en la última década del volumen de personas en disponibilidad de trabajar. Concretamente la tasa de actividad ha disminuido, pasando del 61,5% en 2008, al 58,6% en 2019. El envejecimiento demográfico se refleja también directamente entre la población ocupada. Mientras que en 2008 se contabilizaban 33.823 personas afiliadas a la Seguridad Social de 55 años o más (que suponían el 12,3% de la afiliación), once años después esta cifra alcanza las 55.215 afiliaciones, suponiendo el 19% del total. Consecuentemente, el reemplazo de la población activa (20-24/60-64) no va a ser sencillo con un índice en 2019, casi 20 puntos por debajo del registrado en 2008.

Estos procesos se ven acentuados por el incremento constante de la población navarra residente en el extranjero (desde 2008 hasta 2018 se produce un incremento de la población inscrita en Navarra) residente en el Extranjero del 48,69%). Además, conviene añadir que se trata mayoritariamente de población joven (20 a 34 años) alcanzando el 12,59% de la población total residente en el extranjero y siempre superior en el caso de las mujeres.

Como contrapartida, el incremento de la población nacida en el extranjero residente en Navarra ha sido constante a pesar del leve descenso vivido en los años centrales de la crisis. De hecho, con respecto a 2008, esta población ha aumentado en 22.000 personas (de 76.176 en 2008 a 99.211 en 2019) y su peso sobre el conjunto de los/as residentes supone actualmente el 15% frente al 12% de 2008. Además, según los datos del Padrón Continuo, entre las personas de origen extranjero empadronadas en Navarra, aproximadamente ocho de cada diez tienen entre 20 y 59 años.

Crisis y pobreza

Los niveles de pobreza y exclusión social de Navarra se sitúan por debajo de las medias estatales. En base a los datos más recientes (2017-publicados en 2018), la tasa de pobreza severa con umbral estatal se encuentra en el 2,6% y la relativa en el 8,9; con umbral autonómico en el 14,9; y según AROPE en el 12,6 (2018). Conforme a estos indicadores, se trata de una diferencia de 5,3 a 13,5 puntos por debajo de la media estatal. De hecho, durante el último año (2017) 14.000 personas dejaron de sufrir pobreza severa.

Sin embargo, la crisis ha supuesto un aumento de los hogares con todos sus miembros en activo y en situación de desempleo a pesar de la mejora de los últimos años: esta cifra alcanza en 2019 aproximadamente los 8.900 hogares (650 menos que en 2018). Pero en comparación con 2008 el impacto de la crisis en forma de desempleo ha supuesto duplicar esa tipología de hogar (entonces eran 4.178). De esta forma, actualmente los hogares en los que todos sus miembros activos se encuentran en situación de desempleo suponen el 4,4% del total de hogares con personas activas (llegaron a suponer el 10,6% en 2013 y el 2,4% en 2008).

Al igual que ha generado situaciones en las que el trabajo se encuentra vinculado con la pobreza, aunque se trata de la CCAA con porcentaje más bajo. Así, el porcentaje de personas con salarios bajos en Navarra es del 5,4% (aunque en el año 2011 llegó a ser el 11% y este mismo porcentaje, a nivel estatal, se sitúe en el 16,2%). De hecho, los salarios del 17,3% de los y las trabajadoras navarras se encuentran en los dos primeros deciles, por debajo de los 1.000€ (este porcentaje a nivel estatal se sitúa en el 31,5%, según el decil de Salarios del Empleo Principal-EPA).

La crisis ha supuesto también una transformación de los sistemas de protección frente al desempleo y a la exclusión social en Navarra. La tasa de cobertura por desempleo en Navarra ha descendido considerablemente y se encuentra por debajo de la estatal (54,2% frente a 61,8%). Igualmente, se ha dado un incremento del peso de las prestaciones no contributivas. Desde 2008 hasta 2019 se ha producido una importante transformación en este sentido, pasando de un 72% de prestaciones contributivas a un 59,4% tomando, como consecuencia, un mayor peso los subsidios. En este contexto se produce un incremento de las personas beneficiarias de Renta Garantizada (RG) hasta 2018, con un ligero descenso en 2019, que sitúa la tasa de cobertura de esta prestación alrededor del 5%.

Por último, los diversos indicadores analizados muestran distintas realidades de la población navarra que plantean singularidades comarcales como se pusieron de manifiesto en el recientemente en el estudio presentado al respecto en relación a las Desigualdades Territoriales.

Tendencias en el empleo hasta 2030

En cuanto a las tendencias de la demanda de empleo, el análisis se hace eco de la herramienta del Observatorio de Realidad Social para la prospectiva del empleo y tendencias ocupacionales en Navarra, denominada NAVARLAN. Esta web cuenta con proyecciones del empleo en sectores económicos y ocupaciones y de la oferta potencial de personas trabajadoras en Navarra hasta el año 2030.

El proceso de convergencia en las tasas de actividad por género continuará avanzando en los próximos años, disminuyendo ligeramente las tasas masculinas y aumentando las femeninas. Conjuntamente se registraría un aumento medio de unas 2.500 personas por año, llegando a 2030 con unas 30.000 personas activas más que en la actualidad.

Por otro lado, el PIB de la Comunidad Foral de Navarra crecería a un ritmo medio en torno al 1,5% en los próximos años, con un aumento de la productividad alrededor del 0,6% lo que dejaría un margen de expansión de la demanda de empleo cercana al 1% anual, lo que supone unos 2.800 nuevos empleos por año desde 2018 hasta 2030.

Con las estimaciones realizadas por el Centro de Predicción Económica (CEPREDE) de la evolución de la población activa y la reducción de las cifras de desempleo se estima que la tasa de paro en Navarra se situé en los próximos diez años entre el 8% y el 10%.

Como resultado final de los diferentes crecimientos de actividad en las distintas ramas productivas, junto con las estimaciones de evolución de las ganancias de productividad en cada una de ellas, las previsiones de crecimiento medio del empleo, recorren un rango que va desde aumentos del 2,4% en otros servicios, o el 2,1% en inmobiliarias, hasta caídas del -3,2% en agricultura y alrededor del 1% en minerales metálicos, metalurgia, textil o la industria agroalimentaria.

En términos generales, se registraría un aumento neto (variación neta de la demanda de 2018 a 2030) de unos 37.000 empleos que, mayoritariamente se ubicarían en las actividades de servicios, para las que se adelantan aumentos moderados de actividad pero pocos avances en productividad. En el extremo contrario, las mayores reducciones se concentrarían en el sector primario y la metalurgia, que registrarían escasos avances de producción y altas tasas de productividad, y en la industria agroalimentaria, donde las perspectivas de aumentos de producción son más favorables pero para las que esperan grandes avances de productividad por efecto de la robotización y mecanización.

Por otra parte, las demandas totales por reemplazo irían aumentando progresivamente hasta superar los 10.000 empleos por año.

Valoraciones de la consejera y  consejeros

A la vista de los datos expuestos, la consejera de Derechos Sociales, Carmen Maeztu, ha insistido en que las políticas activas de empleo deberán contemplar diferentes aspectos como la mejora de la empleabilidad y la adaptación de las habilidades profesionales a las demandas del mercado desde una perspectiva de incremento de la productividad y la calidad del empleo.

También ha abogado por “potenciar la autonomía de las personas para que sean capaces de articular propuestas y estrategias por sí mismas, en un modelo productivo más acorde a las expectativas de las personas, así como por buscar sinergias con otras organizaciones e instituciones sociales en la búsqueda de compromisos colectivos para con el empleo y las personas”.

De igual modo, el consejero de Desarrollo Económico y Empresarial, Manu Ayerdi, ha subrayado la apuesta compartida por parte de los agentes empresariales y sociales, junto al Gobierno, y a los agentes del conocimiento y la propia sociedad, “por un modelo de desarrollo socio económico que se apoye en la competividad económica, en la cohesión social y territorial desde una gestión inteligente y sostenible del medio ambiente, tal como recoge la S3”. Según ha recalcado, se trata de conseguir “empleo de calidad en un contexto enormemente complejo caracterizado entre otros elementos por los cambios demográficos, por la transformación global fruto del nuevo paradigma 4.0 y por la necesaria transición energético”. En este sentido, ha expresado su confianza de que el trabajo para la elaboración y aprobación del Plan de Empleo sirva para alcanzar estos objetivos.