Opinión

Mapa municipalista para encarar con ilusión el futuro de La Ribera

Rebasado el ecuador de la legislatura es hora de leer el mapa municipalista actual para tomar posiciones de cara a las elecciones futuras de 2019. Por desgracia estamos contemplando un panorama en el que la división de la izquierda estatal está afianzando a la derecha de la corrupción y los recortes. Para evitar el regreso de UPN al mando de las instituciones, después de tanta lucha para sacarlos del Gobierno autonómico y de las 19 alcaldías de los 20 núcleos más poblados de la Comunidad Foral, la izquierda necesita ejecutar confluencias con programas de mínimos en los que se debieran priorizar las políticas sociales.

En 2015 celebramos el golpe de timón de la inolvidable noche del 24-M en la que Izquierda-Ezkerra protagonizó un "sorpasso" sobre el PSN en Tudela liderados por Eneko Larrarte, en la que Gorka García hizo lo propio en Corella al mando de AMI y en la que David Álvarez lideró el triunfo de Izquierda Unida en Castejón. La mayor parte de los ayuntamientos riberos regresaron a manos progresistas, con solo dos lamparones: la incapacidad de las diversas formaciones del centro-izquierda para articular gobiernos alternativos a UPN en Cintruénigo y Cascante, donde su precariedad al menos garantiza que no se pagan en marcha las habituales políticas de los regionalistas. También hay que recordar que en Milagro la izquierda ganó en votos, pero UPN obtuvo la vara de mando.

En la izquierda ribera podemos advertir al menos a cuatro actores políticos: Izquierda-Ezkerra o Unida, con la eficaz estructura del PCE, con un caladero de votos en Tudela y Castejón y con presencia en localidades como Ribaforada. En la misma localidad también cuenta con representación Geroa Bai, que sin embargo no alcanzó concejal en Tudela. También trabaja Podemos, que este sábado en Fitero celebra su I Asamblea Interpueblos para coordinarse de cara a aumentar su presencia en la comarca. Y no podemos olvidarnos del esfuerzo de ARIZ, agrupación independiente que cuenta con miembros de listas vecinales de Corella, Tudela, Cortes, Fustiñana, Villafranca, Castejón o Cintruénigo.

Estos cuatro agentes tienen en común, por norma general, sus simpatías hacia el Gobierno del cambio, su defensa de la izquierda y sus programas donde se priorizan las políticas sociales. Mientras llega la comarcalización, con todas las dudas que despierta a nivel competencial y con todas las ilusiones que proyecta a nivel económico y turístico, es la hora de hacer comarca apostando por las confluencias y evitando los ligeros matices que provocan que haya múltiples asociaciones medioambientales o de memoria histórica que han sufrido "escisiones". Es la hora de anteponer la tierra y las políticas sociales a la esclavitud partidista por docilidad o interés, articulando candidaturas en aquellos lugares donde no hay alternativas al inmovilista bipartidismo compuesto por UPN y PSN.

Por desgracia y a día de hoy no se puede prescindir de los socialistas a la hora de plantear en La Ribera una alternativa a UPN. Recuerden que muchos dejaron las filas del PSN tras el "agostazo" y el "marzazo", hitos en los que los socialistas olvidaron sus principios y orígenes para plegarse ante las exigencias electoralistas de Ferraz. No ayudó a la remontada el triste espectáculo que se vio en las últimas primarias municipales socialistas de Castejón o Tudela, ciudad donde al candidato Gimeno, al que nadie había votado, se le inscribió tres horas antes del cierre del plazo.

Es cierto que el PSN ha dejado la calle, se ha colocado junto a UPN en defensas como la del Polígono de tiro, y se ha olvidado de algunas localidades históricas como Fitero, donde gobernó el primer alcalde socialista navarro, Donaciano Andrés. A esta villa visitada reiteradamente por Pablo Iglesias Posse, en la que sus amigos socialistas ganaron en el 31, no acude el PSN más que para preguntarse en la campaña electoral con cara de circunstancias (Román Felones en 2011 y Santos Cerdán y María Chivite en 2015) por qué existe la anomalía histórica que hace que el PSN no tenga lista en la villa, olvidándose de que ellos no mueven un solo dedo para ello, que su actual portavoz conoce la Casa del pueblo por fotografías y que la UGT local acaba de cumplir un siglo en Fitero sin un acto de homenaje.

Es por ello que hace falta una fuerza a la izquierda del PSN, situación nada complicada, que confluya sin exigencias, con un programa de mínimos, con un interés por ganar la batalla cultural de UPN, que con la bandera de la vascofobia, con las tensiones artificiales norte-sur y con el postureo con el que escondían su dejadez hacia la comarca pueden complicarle la vida a una izquierda que debiera saber vender sus méritos y aparcar su dejadez mediática.