Opinión

La Mancomunidad, fuera de toda lógica

La Mancomunidad de Residuos Sólidos de la Ribera funciona fuera de toda lógica. Esperemos que su nuevo Presidente, Fernando Ferrer Molina, marque la diferencia, porque la entidad lleva años recibiendo requerimientos de Medio Ambiente del Gobierno de Navarra que, a la postre, no cumple. De hecho, en 2019 acumuló 70.000€ en sanciones que se suman a otras anteriores, y pasan los años y las neglicencias o carencias que la planta del Culebrete arrastra, siguen sin resolverse.

Su Comisión Permanente y su Asamblea General -que es, a su vez, su Junta General de accionistas-, funciona de forma ecléptica y, como ocurre con casi todos los entes y organismos públicos, la falta de transparencia y la claridad y pertinencia de sus proyectos reclaman un cambio.

No sólo nos estamos quedando atrás en la gestión de los residuos, es que, además, el recibo sube cada año el coste de este servicio y las explicaciones que se dan para ello son nulas, inexistentes o muy insuficientes.

La Planta lleva décadas dedicada al interés de FCC. Fomento de Construcciones y Contratas gestiona los servicios que presta Serinsa y el criterio que ésta lleva parece que sólo responde al interés empresarial, no a un programa político que sepa hacia dónde va y qué es lo que quiere.

Entre tanto, los pasos dados en compostaje, porcentajes de reciclaje, quinto contenedor, etc., etc., están durmiendo el sueño de los justos mientras ningún partido político parece tener interés en su gestión, poco más allá de presidir la entidad, figurar... ¿y cobrar?

Sus órganos de Gobierno funcionan de forma poco transparente, sin luz ni taquígrafos. Las Asambleas se realizan con mucho ruido y sin nueces de explicaciones y datos. Se agasaja asambleariamente a todos los representantes de los partidos y las localidades riberas, pero la gestión real del servicio se desconoce en profundidad. Se acepta el agasaje, pero el oscurantismo reina y nadie sabe a ciencia cierta qué se hace en realidad.

Miremos al dedo o a la luna, la entidad, que cuenta con buena imagen y el respeto colectivo, debería aspirar a liderar más y mejor la Ribera como modelo de empresa pública puntera, líder y con una proyección a aplaudir y seguir.