Tudela

“Lo desconocido asusta y por eso nosotros debemos dar el primer paso para integrarnos”

El continente africano tiene una riqueza natural enorme y la

capacidad suficiente como para permitir que su población viva en paz. Sin embargo, el expolio de la

mayoría de sus recursos ha creado una situación de pobreza extrema y constantes conflictos a lo largo y

ancho de África; es por ello que miles de sus habitantes emigran a diario en busca de una vida mejor.

La población africana en Navarra asciende a más de 4800 personas; personas que llegan con ganas de

aprender y con mucho que enseñar. Quienes conviven con ellos dicen que su rostro siempre mira de

frente, que llevan por bandera sus raíces y su historia; que se sienten orgullosos de lo que son.

Así lo podemos ver en la exposición fotográfica organizada por el colectivo África Imprescindible y que

estará expuesta hasta el próximo 26 de noviembre en el Patio de la UNED de Tudela.

En la inauguración estuvieron hablando dos de sus protagonistas, que dejaron atrás su

tierra para cambiar su situación. Esto es lo que nos contaron…

“En comparación con otros emigrantes, nosotros somos unos privilegiados”. Así lo afirmaban Alassane y

Chaikh, dos senegaleses que llegaron hace 10 años a nuestra comunidad en avión y con un precontrato de

trabajo.

“La juventud en África crece con la idea de irse algún día a Europa; es lo que ven, una generación tras

otra emigrando a los países desarrollados”. El padre de Alassane vive en Navarra desde el año 91; éste

estaba estudiando y decidió trasladarse a España en busca de un mundo mejor, que le permitiera seguir

ayudando a su familia.

“Cuando estás viendo que tus padres y hermanos no tienen nada para comer en todo el día, decides salir;

ir a dónde sea, cómo sea y pase lo que pase, con el fin de poder ayudarles. Aquellos que se lanzan al mar

en un cayuco y arriesgan su vida por ello, saben al 90% que pueden morir; pero como la situación que

están viviendo es tan precaria, merece la pena intentarlo”. Chaikh respondió desde el público y, aunque

sin micrófono, su voz se hizo oír. “Lo que nos ha pasado a nosotros es una suerte”, añadió ya desde la

mesa dónde fue invitado para formar parte de la charla.

“Tardamos un año en conseguir el visado; tuvimos que demostrar que teníamos dinero y recursos para

sobrevivir durante 90 días en España. Y tuvimos que pasar una revisión médica, que tienes que acatar

porque es lo que hay”. Este comentario de Alassane y Chaikh generó una cuestión entre el público: no

entendieron el por qué someterse a un análisis era algo ofensivo; Chaikh contestó: “La diferencia está en

que cuando vosotros viajáis a otro continente o a otro país, os vacunáis para que no os pase nada; os

hacéis una serie de pruebas para garantizar que estéis bien. A nosotros las pruebas nos las hacen para

descartar que tengamos algo malo y evitar que os lo contagiemos; en definitiva, para protegeros a

vosotros”.

La tertulia trascurrió amena; el público escuchando a los dos senegaleses narrar la historia de su partida,

la añoranza por su tierra y los problemas que encuentran una vez llegan a otro país.

“Mucha de la gente que viene sin papeles logra sobrevivir las primeras semanas porque alguien les acoge,

pero eso no dura siempre; hay que buscar trabajo. Y es aquí cuando entramos en un círculo vicioso: para

conseguir empleo necesitas papeles y para conseguir papeles necesitas dinero; dinero que no tienes

porque no encuentras trabajo, ya que te falta la documentación reglamentaria. Es complicado”, se lamentó

Chaikh. “Y si tienes los papeles hay que pelear para conservarlos; eso es difícil ahora, ya que no hay

trabajo para todos”, concluyó su compañero.

“Una de las cosas más complicadas es la adaptación; son mundos muy distintos. Llegamos perdidos, no

tenemos información, desconocemos el idioma y nos convertimos en anónimos entre los demás. A eso

hay que añadir la nostalgia por tu tierra, tus raíces, tu familia”, dijo Alassane. “La integración es muy

dura”, concretó Chaikh; “somos nosotros los que tenemos que dar el paso para integrarnos: nosotros

somos la novedad, lo desconocido en una sociedad que ya está compuesta. En muchos casos no logramos

superar la barrera psicológica que señala que somos diferentes; hay gente que ha tenido malas

experiencias con los inmigrantes y piensa que todos somos iguales. No pedimos un trato de favor, sino

una oportunidad; lo que no conoces asusta, eso es así aquí y en África; pero lo conocido se hace normal”.

La situación de crisis que vivimos desde hace años ha provocado que muchos inmigrantes regresen a su

país; en muchos casos ha sido una opción, pero en otros se ha convertido en la única salida.

“Cada vez más gente se plantea regresar: no tienen trabajo y no pueden renovar sus documentos; puede

que volviendo a casa tengan más oportunidades. De momento, yo me quedaré aquí”, añadió Alassane; “y

con esto no quiero decir que no me haya planteado regresar. Soy profesor de idiomas y mediador

intercultural en la Cruz Roja; me gustaría poder aplicar mi trabajo en mi país, pero estoy casado con una

española y las decisiones ahora las tomamos entre los dos”.

Por su parte Chaikh explicó que “la vida en otro país nos cambia, no digo que para mal… ¡todo lo

contrario! La experiencia siempre es enriquecedora: aprendes el idioma, conoces gente nueva, otras

costumbres… otra forma de vida que produce un giro en la forma de ser de uno mismo y que hace que el

regreso se convierta en algo complicado. Añoras a tu familia y tu tierra, pero volver sería tener que

empezar de nuevo”.