Es curioso. A más medios, menos recursos. A más conocimiento, menor agilidad. A mayor capacidad, más profundo silencio… El mundo está cambiando, y la realidad no nos deja ver el camino, como el árbol oculta el bosque.
Parece que la ventaja que ofrece la tecnología, esas gafas que nos aportan la ciencia y los avances, nos ciegan cada vez más, en lugar de abrirnos los ojos y aclararnos el camino. Tras el BRIC, el Brexit nos ha empañado la llegada de las GAFAs, y aquí estamos, absortos y perdidos.
Ni Brasil, ni Rusia, ni India ni China nos van a dar ninguna alegría, porque el mundo es ahora de ellos. Europa ya no pinta nada. Entretanto, la huida hacia adelante de Reino Unido -ensimismado en su Commonwealth y en lo que queda de su imperio-, no nos está dejando ver la llegada de Google, Apple, Facebook y Amazon, que lo están conquistando todo y están fagocitando hasta a la Banca que, además de querer, a destiempo, que confiemos en ella, no ha sabido procesar el Big Data de los nuevos tiempos para interpretar hacia dónde vamos y debemos y queremos ir.
El momento, por todo esto, es apasionante. El único riesgo, la incapacidad de todos no sólo para asumir, sino para conducirse, acertadamente, por el camino adecuado.
Lo tenemos casi todo, pero la claridad no nos deja ver nada en absoluto. Es tiempo no ya de lo nuevo, llega lo mejor.
La clave será comprenderlo y aplicarlo…
¿Seremos capaces?
