Opinión

La borrasca corona

Seguimos un día más en casa confinados, esperando a que la tormenta amaine, pero la lluvia no cesa. Continúa el goteo de contagiados, de pacientes en UCI, de muertos. Y nosotros observamos con ansiedad el sol de esta extraña y anómala primavera, incluso con nevadas que hacía años que no veíamos. Virología y meteorología, ciencias que estudian la naturaleza desde dos perspectivas diferentes, pero cuando chocan con lo humano… señores y señoras, entonces hablamos de otra cosa. Hablamos de gestión de lo público, de lo social, es decir: de la política.  

Pero la política también se entremezcla con la comunicación, es por ello que con la meteorología ocurre que  para ayudar a una rápida identificación y poner sobre aviso a la población a la mayor celeridad posible, se suele poner nombres a las borrascas, tifones, huracanes, etc. Eso ocurre porque al parecer, la Organización Meteorológica Mundial considera que es más fácil recordar el nombre de una persona que el de un número o algún término técnico. Además, facilita la labor a los medios de comunicación para su divulgación. 

Sin embargo, desde el principio con el coronavirus parece que hemos tenido un problema muy grave en nombrar al virus. Sin ir más lejos, el 3 de febrero cuando el Corona golpeaba fuertemente a China, Tedros Adhanom el director de la Organización Mundial de la Salud, bromeaba en un principio con el tema tosiedo en plena comparecencia: “tranquilos, no es coronavirus”. Mientras tanto, en nuestro país las autoridades competentes divulgaron la noticia con el ánimo de no propagar la “psicosis”, porque aquello era una “gripe normal”. Lejos estamos de los algunos “casos aislados” que apuntaba Fernando Simón que nuestro país padecería. Es decir, el organismo responsable de la salud mundial y nuestro gobierno, erraron al comunicar a la población la dimensión de lo que sucedía, pues como se ha visto no era una  tormenta normal, no era un evento común, y para ello se tenía que haber previsto, se tenía que haber preparado.

Hace tiempo que no nieva, pero sabemos que si viene una fuerte nevada, dentro de las circunstancias se preparan maquinas quitanieves, se prepara la sal, se advierte de que no se hagan más que los viajes fundamentales. Pero aquí, no iba con ellos, “era imprevisible”, y es algo “que pasa a todos” .Pues bien, en Corea del Sur a día de hoy solo tienen 186 muertos, en nuestro vecino Portugal no tan lejos 295, en cambio en nuestro país los fallecidos van por los 13.000. ¿El virus era diferente allí?

Algunos recordarán la nevada de enero de 2018, en aquella ocasión la nieve colapsó la AP-6 y provocó grandes retenciones. El caos provocado obligó a indemnizar a los afectados y sancionar a la concesionaria. La tormenta del Covid-19 también vino mayormente del cielo, en avión concretamente, pero si tenemos sentido crítico, exigir responsabilidades sería lo mínimo que se podría a hacer por todas esas personas fallecidas, por todos esos trabajadores que siguen dándolo todo, por todos esos niños que no pueden salir a la calle a jugar con sus amigos. 

Los responsables de la crisis económica del 2008 eludieron sus responsabilidades (porque los había). Los responsables de la gestión crisis del coronavirus (que también está siendo económica) no deberían hacerlo. Habrá que ponerles nombre.