Opinión

El futuro que nos muestra el Coronavirus

Es preciso adelantarse al futuro. En el mundo entero tenemos que aprender las lecciones que nos está dejando el coronavirus. La multiplicación de contagiados y fallecidos no es casual. Tiene que ver con la pobreza, las desigualdades, el hacinamiento, los ataques al medioambiente, los bajos salarios y pensiones, la mala salud y educación que sufren las mayorías.

A la salida del coronavirus tenemos el desafío de construir una sociedad más humana, que coloque en su centro a las personas y no los negocios. Necesitamos terminar con una economía sujeta a la anarquía de los mercados y para ello habrá que atender nuevas exigencias productivas, sociales y medioambientales. Deberá prevalecer el desarrollo y no el crecimiento. Están las condiciones de posibilidad. Porque ya se observa que se acortarán las cadenas de valor internacionales, retornará el proteccionismo en los países desarrollados y existirá la necesidad de encontrar autoabastecimiento en productos esenciales para la salud y la alimentación. Tendremos que apoyarnos en nuestras propias fuerzas.

Los regímenes productivos deberán reestructurarse. La mentalidad rentista oscurece la mente. El desarrollo de un país no puede fundarse en la producción de recursos naturales o en la especulación financiera. La industria es indispensable.

Se precisa aumentar sustancialmente la inversión en ciencia, tecnología e innovación, condición indispensable para que la inteligencia se incorpore en la transformación de los procesos productivos y agregue el valor indispensable para diversificar la producción de bienes y servicios.

Una nueva economía para una sociedad más justa obliga a mejorar radicalmente la educación formal y la capacitación de los trabajadores, así como un sistema de salud pública de calidad para todos. Nuevas tecnologías, máquinas y procesos modernos exigen profesionales y trabajadores con formación y salud de calidad. Ello resultará en mayor productividad, mejores salarios y distribución del ingreso. Tal como se conoce en Finlandia y otros países nórdicos.

La dolorosa experiencia del coronavirus debe ser una lección. No sólo en el ámbito de la salud, también para modificar el injusto e irracional sistema económico y social existente.