Opinión

Es tiempo de orquídeas

Orquídeas
photo_camera Orquídeas

Cuando pensamos en orquídeas enseguida nos vienen a la cabeza esas flores tropicales tan vistosas que solemos ver en floristerías y que, por desgracia, suelen morir al poco tiempo de trasladarlas a nuestras casas. Pero en nuestros campos también podemos encontrar estas interesantes plantas, con un tamaño más humilde que las de países cálidos y húmedos, pero con una biología no menos sorprendente. 

Pertenecen a la familia orquidáceas cuyo nombre procede del griego orkhis, que significa testículos por la curiosa forma de unos pseudobulbos presentes en su sistema radicular. Dicha familia es una de las más variadas en especies del mundo con más de 25.000 distribuidas por todo el globo, salvo los lugares con climas extremos como los polos y los desiertos. En la península hay unas 90 especies diferentes. 

Aunque las de climas ecuatoriales, por lo general de mayor tamaño, medran sobre la corteza de los árboles (epifitas) las de climas templados son todas terrestres. Habitan, según la especie, en praderas, bosques, riberas e incluso bordes de caminos. 

Las orquídeas han apasionado al hombre desde la antigüedad. Hace 1.500 años en textos de la antigua china ya las citaban, aunque fue en la antigua Grecia cuando el botánico Teofrasto dedicó tiempo a su estudio y dio nombre a esta familia. Más tarde motivó a Darwin a escribir su segundo libro que trata sobre la fecundación de estas curiosas plantas y sobre las que el naturalista británico escribió en una carta “No se puede imaginar el placer que me ha proporcionado el estudio de las orquídeas”. Actualmente prestigiosas entidades como la cadena BBC o la asociación científica National Geographic Society dedican numeras publicaciones y documentales a la divulgación de estos vegetales y famosos científicos como David Attenborough difunden la pasión que sienten por ellas y la importancia de conservarlas. 

En este momento tenemos en nuestros montes algunas de estas curiosas plantas, aunque según la especie también podemos verlas en floración desde abril a agosto. Podemos encontrarlas en nuestra comarca y territorios colindantes desde los paisajes áridos de las Bardenas de Navarra y Valcardera de Tarazona hasta los pisos subalpinos del macizo del Moncayo. 

Las estrategias para garantizar su fecundación es lo que más curiosidad e interés ha suscitado entre investigadores y apasionados de la vida silvestre. La capacidad evolutiva de estas plantas les ha llevado a utilizar ingeniosas técnicas evolutivas para lograr su polinización y así reproducirse. 

Todo comienza en primavera cuando ciertas especies de pequeñas abejas vuelan en busca de pareja. A diferencia de muchas especies vegetales ciertas orquídeas, como las del género Orchis, no ofrecen néctar a los insectos a cambio del polen transportado desde otras flores, sino que utilizan artimañas para engañar a los insectos en su beneficio. 

Este tipo de orquídeas liberan sustancias aromáticas volátiles que atraen a los insectos acudiendo con polen desde otra flor sin recibir a cambio el habitual regalo azucarado. Otras, como las Ophrys, presentan un labelo (pétalo modificado) que imita el abdomen peludo de una abeja, además liberan aromas idénticos a los que producen las hembras de estos insectos (feromonas). Los machos se posan sobre el labelo de la orquídea y tras realizar varios intentos frustrados de cópula (speudocopula) se llevarán pegados a su tórax uno o dos polinios (saquitos de polen) que aproximarán a la parte receptora de la siguiente flor cayendo de nuevo en el mismo timo. Este labelo consta además de unas señales visibles en el canal ultravioleta de los insectos que la fecundan a modo de pista de aterrizaje. Como cada orquídea libera sustancias aromáticas diferentes cada especie puede atraer a un determinado insecto y de esta manera especializarse en un tipo específico de polinizador. 

Producen más de 10.000 diminutas semillas por cápsula, de sólo unas décimas de milímetro, que carecen de sustancias de reserva por lo que su ligereza ayuda a su dispersión, a cambio precisan de un agente externo que aporte alimento para su desarrollo. Esta función la realiza un hongo cuyos filamentos, a modo de raíces, envuelven a la semilla estableciéndose una micorrización en la que éste proporciona azucares esenciales para su desarrollo. Esta asociación permanece en muchas ocasiones durante toda la vida de la orquídea por lo que, una vez más, vemos la importante labor de los hongos en los ecosistemas. 

Estas maravillosas plantas, además de fauna, paisajes, geología y otras especies vegetales se pueden descubrir a través de las visitas interpretativas que el Ayuntamiento de Tarazona tienen a disposición del público para conocer un poco más el medio natural de este municipio.

Servicio de sensibilización Ambiental del Ayuntamiento de Tarazona