Navarra

¿Es Navarra la tierra de los Vascones?

La conexión Vascones-vascuence y Vascones-vascos surgió entonces casi de forma automática.

Instantánea del vídeo de recreación de la ciudad romana, y vascónica, de Santa Criz de Eslava, fruto de la colaboración entre Javier Andreu, Iker Ibero y Pablo Serrano
photo_camera Instantánea del vídeo de recreación de la ciudad romana, y vascónica, de Santa Criz de Eslava, fruto de la colaboración entre Javier Andreu, Iker Ibero y Pablo Serrano

Desde los años ochenta, en la investigación sobre Historia Antigua peninsular, se operó un reduccionismo por el cual, para legitimar históricamente las nuevas autonomías, se operaron identificaciones entre ellas y pueblos de la Antigüedad grecolatina. Así, a Navarra, se la identificó con el territorio de los Vascones citados por un ramillete, siempre escaso y exiguo, de autores clásicos la mayoría de ellos, además, geógrafos, aunque no falten algunas noticias, pocas, de historiadores. La conexión Vascones-vascuence y Vascones-vascos surgió entonces casi de forma automática. No faltaron tampoco quienes, puestos a explicar la conservación de la lengua vasca, atribuyeron a esos Vascones una actitud hostil contra Roma y los presentaron, como lamentablemente aún se hace en algunos medios, como un grupo resistente y hostil a la romanización. Nada más lejos de la realidad. Ni los Vascones son el antepasado clásico de los navarros, ni tampoco lo son de los actuales vascos ni es seguro, desde luego, que los Vascones hablasen vasco o, al menos, que esa fuera su lengua mayoritaria.

Estela funeraria romana procedente de Lerga, con nombres vascónicos (Foto Pablo Serrano)Partiendo de lo dicho, hoy, la mayor parte de la investigación reconoce que resulta muy difícil encontrar un elemento de identidad común no sólo para esos Vascones citados por los textos antiguos sino para, prácticamente, todas las etnias antiguas peninsulares. 

Muy probablemente, -y así tuvimos ocasión de discutirlo hace algunos años en la Semana Romana de Cascante, que promueve la Asociación Vicus-, estas etnias, –los Vascones, los berones, los sedetanos, los lusones...–, fueron ‘creadas’ por Roma para controlar el territorio. Creadas, desde luego, artificialmente, como una forma de poner límite territorial a las poblaciones con que Roma se iba cruzando en la conquista. Eso sí, la administración romana, tuvo que ver algo diferente, discriminante, entre unos territorios y otros, entre unas etnias y otras, al ‘crearlas’. Y, al hablar de los Vascones, pensar en que ese elemento pudiese ser la lengua, puede resultar lo más cómodo, aunque no es, desde luego, lo más seguro.

Los textos antiguos –unas pocas menciones en Plinio y en Estrabón, que los presentan, fundamentalmente, como un pueblo pirenaico; una alusión por parte de Livio a un Ager Vasconum ubicado en el entorno de la actual Calahorra; y una lista de ciudades vasconas artificialmente compuesta por Ptolomeo desde Alejandría en el siglo II d. C.–, apenas se entretienen en los Vascones. 

No sabemos mucho de sus modos de vida una vez atribuir a los Vascones el mismo género de vida que a los cántabros o a los astures y a otros pueblos del norte peninsular es un reduccionismo impropio del rigor científico. Si queremos caracterizar a esa etnia histórica hemos de atenernos a la información aportada por el registro arqueológico y, sobre todo, por el lingüístico y el epigráfico.

En lo arqueológico, no hay nada en la cultura material del territorio actualmente navarro, que resulte diferente de la que se percibe en los ámbitos vecinos atribuidos históricamente a autrigones, várdulos o celtíberos, por ejemplo. 

La cerámica o las técnicas constructivas de los poblados son comunes en casi todo el Valle Medio del Ebro. Las inscripciones sí aportan algunos datos más generosos, aunque sorprendentes, y que se han de tomar con rigor pues constituyen fuentes primarias emanadas directamente de los protagonistas de esos lejanos milenios de nuestra Historia. 

Gracias a ellas, sabemos que cuando las ciudades de la zona recibieron de Roma, en ese siglo II a. C., el privilegio de acuñar moneda no eligieron para los rótulos la lengua vasca y escribieron las leyendas de su numerario en signario ibérico y en lengua celtibérica, muestra de que la población céltica debía ser mayoritaria en nuestro territorio, algo que, además, como se ha dicho, el registro arqueológico también invita a considerar. Por su parte, los escasos monumentos funerarios o altares votivos que han llegado hasta nosotros –todos ellos nunca anteriores al siglo II d. C.– ofrecen evidencias de vasco antiguo sólo en una estrecha banda de territorio que va desde Muez hasta las actuales Cinco Villas de Aragón, pero que dejan fuera espacios tan tenidos por “vascónicos” en el imaginario colectivo actual como Tierra Estella, La Montaña o la Cuenca de Pamplona. Nombres personales como Dusanharis, Ordunetsi, Abisunharis o de divinidades como Itsacurrine, Lacubegi o Selatse se concentran en áreas orientales del territorio actualmente navarro, cuando no ya en las vecinas tierras zaragozanas, mientras que, a medida que nos acercamos al territorio del País Vasco, los nombres presentes en las inscripciones conservadas son, en su mayor parte, célticos o latinos. Debieron ser pocos, contadísimos, minoría, los hablantes de vasco en la Navarra antigua. Éstos, más bien, parecen un reducto testimonial desplazado de donde, indiscutiblemente, sí hubo poblaciones mayoritariamente vascoparlantes en la Antigüedad, el área aquitana transpirenaica.

Estela funeraria romana hallada en Santa Criz de Eslava, hoy en el Museo de Castejón (Foto Pablo Serrano)¿Qué quisieron, pues, los romanos, destacar cuando crearon ese concepto étnico de Vascones? Recientemente, gracias a un proyecto financiado       por la UNED de Tudela en su convenio con la Fundación Caja Navarra y la Obra Social La Caixa, hemos tenido la oportunidad de ordenar el repertorio epigráfico –algo más de veinte inscripciones– de la ciudad romana de Santa Criz de Eslava. En ese conjunto, representativo desde un punto de vista cuantitativo, pero, también, por su ubicación geográfica –en una zona de la que sí proceden, de localidades vecinas como Ujué o Lerga, inscripciones con teónimos o antorpónimos vascónicos–, no hay nombre alguno que pueda explicarse desde el vasco antiguo y sí una profunda celtización, unida a la lógica latinización, de esa onomástica. Muy probablemente, pues, cuando los romanos ‘crearon’ ese concepto de Vascones, lo hicieron fijándose en un territorio que, frente a la uniformidad cultural de, por ejemplo, las áreas del Sistema Ibérico o de la Ribera del Ebro, netamente celtibéricas, destacaba por su carácter de crisol cultural y lingüístico. Un espacio compartido por esos Vascones, junto a celtíberos e íberos, aglutinados por esa gran empresa ‘gestora’ de la diversidad en el mundo antiguo y creadora de identidad que fue Roma. También en la actual Navarra.

Un vídeo recrea la vida romana en la ciudad vascona de Santa Criz

Cerrando los actos de celebración del centenario del descubrimiento del yacimiento arqueológico de Santa Criz de Eslava, el domingo 27 de febrero el Ayuntamiento de esta localidad, en colaboración con la Universidad de Navarra, presentó un video que se ha realizado con una recreación de la vida romana de la época en esta ciudad vascona.

Así, ante cerca de 200 personas, Iker Ibero, Pablo Serrano, Javier Andreu y Txaro Mateo, autores del interesante documental, de unos 5 minutos de duración, dieron a conocer el vídeo, en el que se realiza un sugerente paseo por el que pudo ser el paisaje de la zona desde uno de los ramales de acceso a la ciudad que se abría a la vía Iacca-Vareia (zona de Pisaldea) para acceder al área central por un supuesto cardo (Calle norte-sur, no excavado todavía pero hipotético y razonable), explicaron, ocupada hoy por las ruinas del criptopórtico y, seguramente, por el foro cívico.