Opinión

El Petróleo redibuja el escenario del Poder Mundial

El siglo XXI está empezando con un renovado debate sobre la energía. El petróleo marca máximos históricos y parece condenado a quedarse en el entorno de los 100 dólares por barril. Es una situación que abre un nuevo escenario geopolítico mundial con el surgimiento de otra dicotomía: quiénes tienen petróleo y quiénes no. El precio de esta fuente de energía está alterando el reparto de poder la economía mundial profundamente.

1. Cerco a las potencias emergentes. Al mismo tiempo que el poder de la economía mundial se desplaza del norte al sur, las nuevas potencias industriales de Asia—China e India—se encuentran, súbitamente, con su futuro hipotecado por las economías medianas de Oriente Medio, África y Latinoamérica que tienen el grifo del petróleo. “La perspectiva de precios del petróleo de tres dígitos ha redibujado el mapa político del mundo, desafiando algunas de las viejas nociones del poder. Las naciones ricas en petróleo disfrutan de oportunidades históricas, mientras que los grandes importadores, incluyendo a China e India, donde vive un tercio de la población mundial, se enfrentan a crecientes costes económicos y sociales”, indica Mark Landler en The New York Times. Son precisamente estas dos naciones las que más tienen que perder en este nuevo juego. “La demanda mundial ha subido más de un 60% en el mundo desde principios de los 80, con China e India liderando el abanico de naciones que se precipitaban a la modernidad”, asegura David Von Drerle en Time. Pese a que estas dos naciones empezaban a contar en la escena mundial, ahora están hipotecadas”. Al mismo tiempo, algunos productores de petróleo—como Abu Dhabi, Rusia, Qatar y Libia—están usando los recursos obtenidos del petróleo para crear gigantescos fondos de inversión estatales—los llamados fondos soberanos—con los que invertir en los países desarrollados, lo que refuerza el poder de esas economías, dado que las lleva mucho más allá de la energía y las introduce en el sector financiero.

2. Alianzas de interés. En esta situación, cada uno busca su salida. “Gestionar este nuevo orden se está convirtiendo en el problema central de la política mundial. Los países que necesitan petróleo se pelean para asegurarse este suministro escaso, y están dispuestos a pactar con cualquier gobierno, independientemente de los sinsabores que ello conlleve”, expone Landler. ¿Ejemplos de esa situación? Los acuerdos de las empresas petroleras estatales chinas con países no democráticos—Angola—, con tendencia a la proliferación nuclear—Irán—y acusados de genocidio—Sudán—para extraer crudo en sus territorios. Unos acuerdos favorecidos por el hecho de que las compañías chinas no están sujetas a legislación en su paíse acerca de cuestiones laborales, medioambientales o de inversión en países no democráticos. Esas inversiones se deben a consideraciones económicas, sino políticas, debido a lo que Vijay V. Vaitheeswaran ha calificado en la revista Foreign Policy como “obsesión” de China ante el hecho de que los principales yacimientos de crudo en el mundo están en oriente Medio, en países aliados de EEUU.

3. Rusia vuelve a ser una gran potencia. “Quizá ningún otro país ha renacido tanto con la riqueza de su petróleo como Rusia”, asegura Landler. Rusia es uno de los mayores productores mundiales, y su PIB creció el 8% en el segundo semestre de 2007, según las previsiones del FMI, justo por detrás de China e India. Eso eprmite a Moscú reforzar su poder político y militar y, además, le da otra arma: el petróleo, como corrobora R J. Robinson West en el artículo “El poder del petróleo”, publicado en Newsweek.