Aunque no de forma oficial, el domingo daremos la bienvenida al invierno con la entrada en vigor del nuevo horario. A las tres de la madrugada, deberemos retrasar los relojes sesenta minutos, con lo que marcarán las dos, regalándonos esa noche una hora más de sueño. Como consecuencia de este cambio, y hasta el próximo 26 de marzo, los días serán más oscuros y más fríos.
Desde 1974, España convive con dos horarios: el de verano (en el que se adelanta el reloj una hora) y el de invierno. Los antecedentes de este cambio se remontan a 1918. Por aquel entonces el objetivo era ahorrar carbón. Sin embargo, la generalización de este hábito llegó con la Crisis del Petróleo de 1974. La reducción de barriles de petróleo provocó que los países adoptaran esta determinación para ahorrar energía.
Desde hace quince años, este hecho está institucionalizado por la Unión Europea y se calcula que unos 75 países emplean este método para economizar su consumo energético. Al principio, la fecha de modificación dependía de cada país, pero en 2002 entró en vigor una directiva del Parlamento Europeo en la que quedaron establecidas las fechas de comienzo de los horarios. Esta medida puede representar un ahorro del 5% en iluminación en el sector doméstico. A este porcentaje hay que sumar un ahorro del 3% procedente del sector de comercio y servicios.
