Opinión

El desánimo, mal amigo

Por desgracia, si algo caracteriza a este tiempo que estamos viviendo, es el desánimo colectivo que se respira por doquier.



La dichosa sensación de "Crisis" que rodeaba el discurso colectivo en los albores de esta Era que estamos iniciando a marchas forzadas y distraídas acciones, ha ido siendo sustituida, de forma un tanto sutil, por un callado hastío que a estas alturas ya ha alcanzado la categoría de desánimo público, pesar impune, derrota fácil, inalcanzable objetivo. Y la ruina es evidente si nos dejamos gobernar por él, como está ocurriendo, mires hacia donde mires.



Sin embargo, es necesario que todos contemplemos el amanecer cada mañana para entender que la lucha, el afrontar los retos y los problemas diarios, forma parte de los sinos de la condición humana, ya que la opulencia supina y artificial en la que nos habíamos sumido, nada tiene que ver con la realidad del sol que cada mañana llega tras la oscuridad de la noche.



Por ello, éste es el momento más adecuado para recordar que la situación laboral, económica y financiera que arrastramos forma parte de la lucha diaria, y de las piedras que el ser humano ha encontrado en su camino desde que el mundo es mundo, con lo que debemos desterrar de nuestras mentes el terror -y el temor- a que nos conduce ese desánimo.



El miedo es un grato consejero, pero de él a la parálisis y el inmovilismo sólo hay un paso. Y el camino, no queda otra, se hace al andar, hacia adelante, a pesar de los guijarros.