Opinión

Desleído

A veces la visión de la realidad es desleída; no sé si desleída, desteñida, o más bien desenfocada. El estar demasiado orientado no es bueno. El ser cabal, correcto, seguir por el surco, con la manada y, además, voluntariamente, sin que te azoten, no tiene nada de saludable, es el último paso, ya no tienes solución, o al menos tienes mala solución.

Solo te queda ser gregario, con ojos de mirada bovina, humilde, inocente, bueno. Más que inocente y bueno, idiota y resignado, aunque no sabes cuál va a ser tu suerte; no sabes nada, solo vives una vida tan superficial que, casi vuelas, pero en un vuelo ridículo, arrastrando las pezuñas por el suelo, y además, sonriendo con sonrisa de lelo. ¡Vaya papelón!

No hay que desteñirse. Continuamente nos rocían con lejías para desteñirnos y que todos seamos uniformes, gregarios, que es lo que pretenden los poderes. Nunca hemos sido tan manipulados como en el momento histórico que vivimos. Vivimos en democracias manipuladas por los diversos y distintos poderes. Nos manejan para el consumo. También para ser dominados y ellos sentirse grandes mirándose en nosotros. Lo podemos asumir, pero siendo conscientes de que así es. No importa demasiado el partido político. Todos lo intentan.

Los poderes políticos no durarían si no tuvieran detrás poderes económicos que los sustentan y los empujan según sus intereses disfrazándolos de ideologías.

Su pedagogía se basa en la “estrategia”. Estrategia para intentar que seamos manada dócil con el poder político correspondiente. Para conseguirlo utilizan una sofisticada maquinaria social, en la que las figuras principales son los gurús, es decir, los expertos en la manipulación de los ciudadanos. No se trata de expertos para que entendamos mejor sus propuestas, sino todo lo contrario, expertos para ocultar sus verdaderas intenciones y vendernos lo que queremos oír, aunque no se parezca en nada a sus intenciones verdaderas.

Por supuesto, para trasmitir esa estrategia es preciso contar con medios de comunicación “comprados”, literalmente, para extenderla adecuadamente y que los ciudadanos engullamos lo que pretenden. Se sienten tan impunes que no ocultan los óbolos a dichos medios de comunicación.

Los ciudadanos, estamos cada vez más desleídos, más uniformes, más desteñidos, y, también “desleídos”, pero en la acepción de “poco leídos”, algo imprescindible para la fácil manipulación y para darnos gato por liebre. De hecho, desde la antigüedad, siempre, e incluso en el siglo pasado, los dictadores quemaban las bibliotecas, e incluso prohibían determinadas lecturas. No les interesan las personas formadas e informadas, con criterio propio.

Luchar contra un rey feudal, contra una dictadura, era fácil en el sentido de reconocer al enemigo y motivarse en la lucha; se reconocía fácilmente al opresor, y era una motivación de justicia defender la libertad y la justicia. Actualmente los opresores van disfrazados, están rodeados de una guardia pretoriana, de acólitos cortitos pero miserables, y de una red de informadores que es muy difícil desbancar.

Los ciudadanos, seguiremos siendo manada, con nuestra libertad secuestrada, viviendo del pan y del circo de nuestros tiempos, como “sálvame”, futbol, apuestas, porno duro… para no pensar demasiado y darle una emoción similar a las drogas duras, y poder sobrellevar nuestra vulgar cotidianidad.