Opinión

Democracia y poder

El ser humano como grupo no encontrará nunca un sistema social estable, donde la justicia sea la regla, no haya competencia despiadada, y la guía de actuación sea la defensa de valores, el bien de la mayoría y también de las minorías. Es la antítesis de lo que somos. Somos competencia. Pero, además, en nuestra vida diaria, somos envidiosos, egoístas, avariciosos y, unos pocos, con ansia de poder, de dominio.

En general, -aunque no todos-, los que se acercan al poder, son los más egoístas; los que utilizan los ideales como consigna sin creer verdaderamente en ellos ni tenerlos asumidos, aunque, a veces, ni ellos mismos lo saben, y lo disfrazan de bien para la mayoría; algunos incluso, se sienten redentores. Estos suelen ser los más despiadados; la historia ha mostrado y presenta suficientes ejemplos.

Para conseguir el poder, fundamentalmente utilizan la “estrategia”, prometiendo y haciendo afirmaciones sin importarles que no las vayan a cumplir, o que, al cumplirlos, el bien de la mayoría quede relegado al bien propio o de grupo.

La motivación por ideales puros, sin otros componentes, es la antítesis de lo que son. Ha habido, y, seguro que hay, personas que se mueven fundamentalmente por ideales y que son capaces de dar lo mejor de sí en defenderlos y conseguirlos. El mundo ha progresado mucho y ha sido gracias a esos hombres y mujeres que han trabajado y luchado para que así sea.

La democracia es un sistema justo, pero enseguida es contaminado por los diversos poderes para utilizarla en su provecho. Se apoderan de medios de comunicación, corrompen con planteamientos fraudulentos a personajes fácilmente manejables para ocupar los puestos. Para eso utilizan a esas personas cegadas por el medro, por figurar. La política está plagada de mindundis con poco que aportar; sólo ser obedientes y meros transmisores. 

Pero, indudablemente, la democracia es el mejor de los sistemas para el gobierno de los pueblos. Pero hay que estar ojo avizor, y ser críticos, porque hay poderes económicos o ideológicos, que están preparados para intentar manejarla en su beneficio, sin ningún miramiento.