Opinión

Carta abierta al equipo del programa de prevención del cáncer de colon en la Ribera de Navarra

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Hace varios meses recibí una carta invitándome a participar en el programa de prevención del cáncer colorrectal. Estaba interesada pero no me parecía urgente (esas cosas, ya se sabe, siempre les pasan a los otros) y lo fui dejando sin que por ello me siguiesen llegando invitaciones. Tantas que al final me acojoné en plan “a ver si resulta que en los últimos análisis de sangre que me hice vieron algo raro y no me lo dijeron para no asustarme y están dale que te pego porque no les hago caso”.

De modo que al final me decidí y mandé la respuesta. Que tampoco tuve que currármelo mucho porque ya va preparada, hasta con sello, y lo único que hay que hacer es añadir un teléfono de contacto. A los pocos días recibía en el buzón el sobrecito con el recipiente para la toma de muestras y una detallada explicación acerca de cómo llevar a cabo el proceso.

Pero se me fue otra vez la bola y se fueron pasando los días y las semanas y los meses. Dos en concreto. Hasta que un día me dije eso de ya va siendo hora, recogí las muestras y las llevé a mi centro de salud. Era martes. Ese mismo día, cuando miré el buzón, había otra cartita del programa de detección precoz del cáncer de colon en la que me recordaban que hacía unas semanas que me habían mandado el material y que aún no había enviado las muestras. Y me recordaban que era importante la prevención de un cáncer que tenía muchas probabilidades de curación si se trataba a tiempo.

En fin... como una madre.

"Resulta muy reconfortante saber que hay personas que se toman tan en serio el trabajo de velar por nuestra salud, y más en estos tiempos oscuros en que los recortes y la escasez de personal invitan más al pasotismo que a la motivación"

Al cabo de tres días recibí en mi buzón (otra) carta en la que me notificaban los resultados de las pruebas. Negativos afortunadamente. Y digo afortunadamente no sólo porque en realidad es una suerte, sino porque de haber sido al contrario hubiese tenido motivos más que sobrados para darme cabezazos contra la pared, habida cuenta de la insistencia con que me invitaron a hacerme las pruebas y de lo que puede suponer un retraso de dos meses en la detección de una patología de estas características.

Ignoro quién puede estar al frente de este servicio en la zona donde vivo. Ignoro si es el Servicio Navarro de Salud o el Hospital Reina Sofía quien lo gestiona, pero lo cierto es que resulta muy reconfortante saber que hay personas que se toman tan en serio el trabajo de velar por nuestra salud, y más en estos tiempos oscuros en que los recortes y la escasez de personal invitan más al pasotismo que a la motivación.

Vaya, pues, desde estas líneas, mi reconocimiento a la labor de todas las personas que componen el equipo del programa de detección del cáncer colorrectal. Su coordinador (o coordinadora) puede estar muy orgulloso.

Inmaculada Benítez Sesma

Escritora