Opinión

Carta abierta a la izquierda sindical

Por las circunstancias que me han tocado vivir y por los muchos años que ya tengo, pertenezco a la vieja escuela. Por ese motivo empleo, de manera habitual, expresiones y conceptos que, parece ser, son considerados actualmente decimonónicos: patronal, clase trabajadora, izquierdas, derechas, etc.

Aprendí pronto, porque así me lo enseñaron desde niña, que la lealtad a los principios de cada cual, es un valor fundamental para andar por la vida. Con esos ojos he mirado y miro todo lo que sucede a mi alrededor. Para mí la lealtad a mi ética profesional, la responsabilidad ante el puesto de trabajo, la amistad verdadera y la familia, son los principales valores, que como preciada herencia, recibí del "bolicas" (mi padre) y de mi madre.

En el transcurso de los años, mujeres y hombres de izquierdas han luchado dejándose la piel, (a veces hasta la vida), para conseguir mejor calidad de vida para la clase trabajadora. Desde aquí quiero rendir homenaje a todas esas personas de izquierdas. De las mejoras conseguidas, disfrutamos hoy en día todo el mundo, al margen de ideologías y de credos. La reducción en la jornada laboral hasta llegar a las cuarenta horas semanales; los permisos de vacaciones remuneradas, los permisos retribuidos por nacimiento de hijas/os, los permisos por períodos de lactancia, los permisos para acudir a las consultas médicas etc. etc. etc. Todos estos ejemplos son muestras palpables de lo que estoy exponiendo.

A la clase trabajadora, la patronal, nunca le ha regalado absolutamente nada. Todas las mejoras económicas y sociales que se han conseguido a lo largo de los años, han sido la consecuencia única y exclusivamente de la lucha de la clase obrera. En los últimos tiempos, con la historia del euro, nos machacaron durante meses con campañas informativas sobre cómo debíamos hacer el cambio y el redondeo, respecto al valor de la peseta. Mientras los precios de los productos no paran de subir continuamente y estos precios sí que son en euros, vemos cómo los sueldos nos los siguen pagando en pesetas, (cobramos lo mismo que antes) Para ese viaje no se necesitaban esas alforjas. Recuerdo un viejo lema que las/los sindicalistas y las personas de izquierdas gritábamos por las calles de Tudela, siempre que había manifestaciones reivindicativas: "A IGUALES PRECIOS, IGUALES SALARIOS"

¡Qué lejos parece que queda todo eso! No ha pasado tanto tiempo. Parodiando la letra de aquel viejo tango, "treinta años no son nada" ¿O sí?

Desde la vieja escuela a la que pertenezco, cualquier tipo de representación política o sindical, se entiende siempre y desde cualquier organismo, como una actividad de servicio a los demás ¿Para qué si no se pide a las personas que depositen su confianza en unas siglas y en unas personas?

Se supone que cuando se pide el voto, ante unas elecciones sindicales, a los trabajadores de cualquier empresa, los delegados que salen elegidos tienen la obligación de representar a sus votantes y defender sus intereses ante la empresa, en las distintas negociaciones que se presenten, sobre cualquier reivindicación económica y social. Si en lugar de desempeñar ese papel, lo que se pretende es sacar provecho a nivel personal, en detrimento de sus compañeras/os de trabajo, sería preferible que no se presentaran como candidatos. Sería preferible que no engañaran a nadie, que no traicionaran a sus compañeras/os de trabajo con su actitud y sobre todo con sus hechos.