Cabanillas: naturaleza, patrimonio y un ‘Judas fiel’ a su historia

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Encuadrada en un enclave de envidiar, con el Ebro surcando de cerca las fértiles tierras de su huerta, Cabanillas se erige como una localidad amable y llena de pequeños encantos. El primero e inequívoco, su condición de puerta de las Bardenas, aunque tampoco se puede olvidar que el municipio esconde una de las joyas más valiosas del patrimonio arquitectónico y religioso de Navarra y una Semana Santa con citas ineludibles para propios y extraños.

Cabanillas cuenta con una amplia oferta de alojamiento, dividida en 7 casas rurales y el albergue municipal, que cuenta con 60 plazas. Una infraestructura ideal para aquellos viajeros a los que les apasione la naturaleza y el deporte. Con las Bardenas a escasos kilómetros y con excelente una accesibilidad, la localidad acoge al año casi a medio millar de visitantes que disfrutan de paseos a pie, rutas por pistas en BTT o recorridos en motos y quads a lo largo y ancho del Parque Natural y reserva de la Biosfera.

El Judas, ineludible

Por si fuera poco, las próximas fechas están señaladas en el calendario para los cabanilleros y, cómo no, para todos aquellos que se acercan al municipio para vivir su Semana Santa. En concreto, el domingo de resurrección (este año el 27 de marzo) se vive una jornada llena de simbolismo en la que confluyen dos actos de gran arraigo y atractivo. Primero, la Procesión del Encuentro, en la que los romanos escoltan a la comitiva hasta la iglesia, donde se celebra la misa previa al gran momento del día. Ese no es otro que la representación de la captura de Judas.

La tradición data del siglo XIX y Cabanillas le da un toque singular, ya que la representan personajes reales, siempre jóvenes del pueblo. Por un lado, los romanos y, por otro, el Judas, al que capturan tras una frenética carrera por casas y balcones.

Y por si aún queda tiempo para la visita, si es que no se ha visitado nada más llegar, nadie puede irse de Cabanillas sin ver en primera persona la iglesia de San Juan de Jerusalén, una de las joyas del Románico en Navarra. Pequeña pero espectacular, su ábside semicircular destaca en el conjunto. Se puede visitar su interior durante todo el año.