Opinión

La belleza de las mariposas y más cosas

Navarra es una comunidad rica en lepidópteros, conocidos comúnmente como mariposas, siendo las más conocidas las mariposas diurnas, debida, entre otras cuestiones, a su posición geográfica en la que confluyen tres regiones biogeográficas (alpina, atlántica y mediterránea). 

Las mariposas son, probablemente, el grupo de insectos más atractivo para el gran público, así como para los naturalistas y especialistas en este campo. En los últimos años ha aumentado el interés general por aprender más acerca de estos animales, no solo en el ámbito científico, sino también ante la mera curiosidad de observarlas, fotografiarlas y aprender a identificarlas en plena naturaleza.

Lástima que las mariposas van en retroceso, al igual que las abejas y otros insectos beneficiosos. El Reino Unido ha sufrido el peor descenso registrado de insectos, aunque es probable que se deba a que allí se les estudia con más intensidad que en otros sitios. Concretamente, desde mediados de los años setenta se vienen recogiendo datos sobre el estado de las poblaciones de mariposas -constituyen unos bellos indicadores de la calidad ambiental de nuestro entorno-, primero en el Reino Unido y poco a poco en otros estados europeos, entre ellos el Estado español, a través de las redes de seguimiento de mariposas en las que participan miles de aficionados y profesionales. Al analizar esta ingente cantidad de información ha podido constatarse que la mayoría de las especies están en declive por las amenazas que sufren, entre ellas, los pesticidas, y el cambio climático que ha alterado sus áreas de distribución.

En junio de 2016, el Ayuntamiento del Valle de Aranguren inauguró la primera microrreserva de lepidópteros de Navarra y la única en el mundo de Graellsia. Es un espacio en el Bosque de Ilundain que alberga esta y otras especies de mariposas, dedicado a dar a conocer la fauna protegida del Valle a sus habitantes y trabajar en su conservación.

La mariposa Greallsia o isabelina (Actias isabelae) es considerada por muchas y muchos como la más bella de Europa. Se trata de una mariposa nocturna de gran tamaño y color predominantemente verde esmeralda, exclusiva de algunas zonas montañosas de la península Ibérica y una pequeña zona de los Alpes. 

Tenemos también desde noviembre de 2018, otra microrreserva de mariposas en el municipio de Lapoblación (Merindad de Estella), que fue creada bajo el asesoramiento de la asociación Zerynthia, debida no sólo a la presencia de mariposas de gran relevancia, como la “apolo” o la “blanca de Mann”, sino también porque en conjunto, en un itinerario de menos de 4 km, es posible ver más de 70 especies de mariposas diurnas. Esto supone el 40% de las existentes en Navarra y el 30% de todas las que habitan en la península Ibérica en un espacio que supone el 0,02 de la Comunidad Foral.  

Las mariposas tienen una gran importancia desde el punto de vista de la conservación. Normalmente se dedican muchísimos esfuerzos a los grandes mamíferos, a las grandes aves y no se presta tanta atención a estos insectos. Pero su valor es fundamental porque dentro de las cadenas tróficas ocupan la base. La existencia de las mariposas permite la polinización de las plantas por un lado y sirven de alimento a otra cantidad de seres, desde arañas, avispas, murciélagos y muchísimas aves.

Pero, además, de su valor intrínseco para la biodiversidad, las mariposas pueden compartir la atracción turística junto a otras especies emblemáticas existentes. Es una manera de apostar por la conservación de una especie para la que los modelos climáticos predicen una reducción drástica de las poblaciones de entre un 20% y un 70% para el año 2050.

Las mariposas son la vanguardia de la primavera y en los últimos días de febrero emprenden sus rutilantes y acelerados vuelos. Conforme nos adentramos en la primavera, los colores de las mariposas colores se multiplican entre bosques, montañas y valles. Todo queda impregnado de reclamos, guiños, sugerencias. Pero la mayoría de lo que sucede queda al margen de la percepción directa. Por ejemplo: en esas épocas y progresivamente el aire se abarrota por las estelas invisibles de los perfumes. Pero si perseguimos el bamboleante vuelo de las mariposas descubriremos que todo aroma tiene un surtidor de intensas tonalidades. Poco hay tan conspicuo en la naturaleza como las flores. Nunca se esconden: su belleza es provocadora, exhibicionista... Reclaman toda la atención posible y por eso emiten aromas que algunos seres vivos perciben a considerable distancia. Pocos encuentros resultan más felices para sus protagonistas y para sus espectadores que el de la mariposa y la flor. 

Pocas invenciones de la vida alcanzan la compleja belleza de estos insectos. En ellos concurren una de las manifestaciones más veces evocadas de la fragilidad, algo que en absoluto se corresponde con la realidad. Porque las mariposas son tenaces, austeras, recias y hasta poderosas. Baten sus alas varias veces por segundo, alcanzan los 35 kilómetros por hora, resisten heladas si consiguen esconderse, y desafían al viento y a los pájaros que suelen perseguirlas.

Su suave cromatismo responde al papel de ilusionados reclamos que interpretan, a esa coquetería que la vida misma pone en marcha para lograr la atracción de los sexos. Una mariposa es un deseo a punto de cumplirse.

Y si delicada nos parece su locomoción zozobrante, todavía más suave resulta su alimentación básica. Porque estos insectos, que durante su fase de orugas son capaces de devorar ingentes cantidades de verde, cambian por completo al llegar a la madurez. Entonces buscan, con la lengua en espiral, el néctar. Un nutriente altamente energético destinado a permitir los tremendos esfuerzos que asegurar la descendencia exige.