Tudela

¡Ay, Dorotea! ¿Te vuelves a casar?

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Si tuviéramos que competir con Pamplona a la hora de destacar un acto popular, bullicioso y de auténtica jarana festiva, los de alí arriba vendrían con el ‘Riau-Riau’. Nosotros nos plantaríamos en la susodicha competición con los bombos y las trompetas de una charanga, unas zapatillas aptas para bailar, la garganta afinada para la ocasión y muchas ganas de mover el esqueleto en plena madrugada. Más o menos esos serían los ingredientes de la Dorotea, un pasacalles popular que es historia viva de las Fiestas de Santa Ana y que vivió su apogeo desde los 80 hasta hace seis años, cando dejó de celebrarse.

La Comisión de Peñas ha recuperado una versión algo más tempranera para las próximas fiestas. Un buen momento para recordar los entresijos y la historia de este acto tan carismático y, en no pocas ocasiones, socarrón y reivindicativo.

Orígenes en los años 30

No está claro del todo en qué año se inició la tradición de la Dorotea. Las crónicas de los años 80, época en la que se recuperó gracias al impulso de la Federación de Peñas de Tudela, hablan de la buena aceptación de muchos vecinos de avanzada edad de la capital ribera (jóvenes en los años anteriores a la Guerra Civil) por revivir un pasacalles con la cancioncilla antigua de la moza casadera, “que se cantaba hace unos 50 años”.

La esencia de la pieza musical es tan simple como pegadiza: “El día que te cases Dorotea/ ay Dorotea/ ay Dorotea/ el día que te cases Dorotea/ ay Dorotea de mi corazón”. Bajo este patrón en forma de estribillo y con la colaboración indispensable de las muchas charangas que animaban las fiestas por aquel entonces, la Federación de Peñas retomó la celebración de la Dorotea en 1982, aunque aún de forma no oficial, según las crónicas.

1983, al programa

Al año siguiente, en 1983, la Dorotea pasó a formar parte del programa, fruto de la colaboración de las peñas en la elaboración del mismo. Ahí comenzó a fraguarse la popularidad del acto en su era de mayor lustre. En los recortes de periódicos y semanarios de aquel año, se destaca la gran afluencia de público. “Una procesión de gente, que a las cuatro de la madrugada pedían agua y que desde los balcones caía con profusión, recorrieron las calles, principalmente del Casco Viejo, en la madrugada de ayer. Estuvo como nunca, pues la ciudad se hallaba casi vacía, y todos se hallaban siguiendo el largo compás y recorrer de La Dorotea”, reza el escrito publicado en el Diario de Navarra del 31 de julio de 1983.

En aquella edición primeriza también se inició la costumbre de componer letras alusivas a temas de actualidad para complementarse con el estribillo. En concreto, los primeros 80 fueron los años de la polémica con ‘Telenavarra’. La Federación de Peñas emitió incluso un comunicado criticando la escasa cobertura del noticiario público sobre la Merindad de Tudela. En La Dorotea de entonces y de años posteriores, se dedicaron estrofas cargadas de ironía, como la que decía aquello de “Cuando hagan el Canal de las Bardenas/ de las Bardenas/ de las Bardenas/ cuando hagan el Canal de las Bardenas/ saldrá Tudela en la Televisión”.

El hecho de que se celebrase a partir de las 3 de la madrugada, hacía que algunas de las charangas de las peñas tuviesen que reservarse para la mañana siguiente. Esto no suponía óbice para que el ambiente resultase estruendoso y tremendamente animado, convirtiendo a la Dorotea en referencia de las fiestas y atracción “número uno”, como contaban los diarios y semanarios de entonces. la plaza de los Fueros solía ser el punto de concentración inicial, y desde allí se recorrían calles emblemáticas como Muro, Gaztambide-Carrera, Yanguas y Miranda y, cómo no, las del Casco Antiguo, en busca de algunas paradas en los locales de las peñas impulsoras, donde se recuperaba fuerzas con un pequeño trago.

Cuenta Carmelo Lafuente, miembro de la Peña La Teba y presidente de la Federación de Peñas de Tudela actualmente, que algunos peñistas sufrían de lo lindo en el pasacalles. “Designábamos a socios para que hiciesen de barrera protectora para las charangas, porque había tanta gente que era imposible que no se echasen encima”, rememora. La media habitual de instrumentos era de 20 bombos y más de un centenar de instrumentos de viento. Podrían llegar a reunirse hasta 400 asistentes.

Las letras de El Jabonero

Con la llegada del nuevo siglo, se introdujo la costumbre de componer coplillas complementarias como las de antaño y quien más contribuyó a ellos fue el cómico Luis González ‘El Jabonero’. Un ejemplo es la famosa “Entre condones y multas/ Tudela tiene a Pozales:/ hay lo menos cien farmacias/ y más de ochenta forales” de 2002. El acto ha sufrido cambios de recorrido, amagos de boicot e incluso se dejó de celebrar en 2009 por falta de charangas. Ahora, otro grupo de peñistas quiere que Dorotea ‘se vuelva a casar’. Y que vuelva a cantarse.