Opinión

Año nuevo, esfuerzo nuevo

Pasadas las mieles del descanso navideño, llega la hora de comer las sobras de los excesos pasados.

Han sido días de despilfarro, jolgorio y reuniones desenfadadas, pero volvemos a la realidad cruda y mundana de una cuesta de enero hecha subida repentina, repecho anual. Atemporal incertidumbre.

Es año nuevo, y el esfuerzo debe ser renovado. Toca sacrificarse, trabajar duro, alabar la serenidad, ponerla en un altar, y abandonar el reproche fácil. Ese será el camino que nos conduzca adecuadamente para alejarnos de todos esos fantasmas que nos acechan. Y será la forma de sobrellevar esta situación de “crisis”. Crisis que es más temor a lo desconocido que traspiés mundial.

Cambios de ciclo económico en la historia de la Humanidad ha habido siempre, y no pocos, por ello no debemos temer que amanezca una etapa nublada. Bien mirado, es hasta sana una criba, el salero está en que sea la de otros...

Ha llegado ese tiempo esperado en el que, mejor que nunca, deberemos estar más a lo que estamos, si queremos permanecer, siquiera sobrevivir. De modo que ánimo. Alejemos de nosotros los miedos irracionales, las medias tintas, los temores que alimentan la religión del bueno y el malo.

Todos a una, -Empresa, Comercio, Trabajadores, políticos (Sociedad al completo en definitiva)- debemos marcar una nueva pauta: la del sentido común, con la que afrontaremos sin problemas esta época extraña, esta era ilógica que nos ha llegado. La ilusión es la clave. Y las ganas de hacer la llave para frenar y alejar el caos.

¡Activémonos! Como reza esa campaña puesta en marcha en los autobuses de Barcelona “Probablemente Dios no existe. Disfruta de la vida”. Y Dios, en este caso, es la coartada perfecta para cambiar a mejor.