Comenzaron celebrándose en septiembre, pero el asegurar el buen tiempo les llevó a trasladarlas al mes de junio. Esto fue hace ya siete años y, desde entonces, las fiestas del barrio de La Azucarera no han dejado de crecer. El pasado fin de semana, cerca de mil personas se acercaron hasta esta barriada ubicada en la orilla derecha del río Ebro.
La urbanización, que acogió a sus primeros vecinos hace once años, cuenta en la actualidad con cerca de 550 familias. “Cuando llegan las fiestas, los vecinos y los que no los son, se vuelcan con nosotros. Da gusto ver como está la plaza y las terrazas de los bares llenos de gente”, señaló José Mª Pejenaute, presidente de la Asociación de Vecinos del barrio de La Azucarera.
La urbanización
Los niños fueron los principales protagonistas de estas fiestas, cuya principal novedad fue la celebración de una pochada popular. Este acto sustituyó al hasta ahora tradicional concurso de calderetes. “Todos los años participaban los mismos, así que decidimos hacer una comida popular para que la gente se animara a participar“, señaló. Y lo han conseguido. Ciento sesenta personas degustaron las pochas, que fueron elaboradas por la junta de la asociación. “Con cosas así lo que hacemos es constituir un punto de encuentro entre los vecinos que sirve para conocernos mejor y entablar relación”, añadió Pejenaute.
A pesar del buen balance que Pejenaute realizó las fiestas, señaló algunas de las deficiencias con que cuenta la urbanización. “Alrededor de la plaza tenemos aceras de tierra y piedrilla. Están mal planteadas y creo que, pasado un tiempo, deberán modificarlas”, manifestó. Å su vez, destacó lo bueno que tiene el barrio. “Entre otras cosas, cuenta con muchos espacios abiertos”, concluyó Pejenaute.
