Opinión

Abecedario de sensaciones

Por la ‘A’ empieza la albahaca, pieza básica del fervor santanero. Con la ‘B’ mandan los bares, nuestra segunda casa por una semana. La ‘C’ es polivalente; la cerveza, los cirios, los castas de la fiesta… Este año la Dorotea merece adueñarse de la ‘D’. Bienvenida de nuevo. ¿Y la ‘E’? Seguro que hay unos cuantos mozos con ganas de encierros. Sin la ‘F’ no nos pondríamos la faja. ‘G’ de gigantes para toda la familia. Pequeñas historias, con ‘H’, suceden todos los días. Ya que me pongo abstracto, con la ‘I’ inhalaremos la esencia de la fiesta, que, por cierto, sin la jota y su homónima letra sonaría más triste. El katxi -versión euskera- y su ‘K’ se merecen un huequito.

Ligar con ‘L’ se intenta más ahora, porque los mozas y las mozas -y su ‘M’- se vienen arriba con más facilidad. Con el Pobre de Mí llegan la  ‘N’ y la nostalgia. Y el turno de la ‘Ñ’, el 26, celebrando el cumpleaños de nuestra Abuela. Necesitan de la ‘O’ las orquestas de la plaza. Y la ‘P’ de las peñas es la reina del jolgorio. Ésta con rima: las quedadas a la hora del vermú se alimentan de la ‘Q’. La reja de Santa Ana es nuestro Picadilly Circus, pero con ‘R’. A Santiago, algo olvidado, la ‘S’ también le encumbra. Y sin ‘T’, ni Tudela, ni fiestas, ni pichorras…

¿Filosofo demasiado si digo que la ‘U’ nos une a las 12 el 24? El vallado, con su ‘V’, nos recuerda días antes que ya falta menos. ¿’W’? Complicado. Supongo que aún habrá quien beba whisky. Nos iría mejor con xenofilia que con xenofobia. Démosle una oportunidad a esa ‘X’ estos días. El yantar y su ‘Y’ me suenan más castellanos. Pero más vale llenar la panza para coger fuerzas, porque al zurracapote y su ‘Z’, con el estómago vacío, los carga el diablo.