Psicología

Y lo que yo necesito, ¿qué?

Es increíble lo egoístas que pueden llegar a ser algunas personas, sin ni si quiera darse cuenta de ello. Hacemos todo lo posible por complacerles, pero nunca es suficiente. Y no solo eso, sino que ni si quiera son conscientes del sacrificio que tal vez estamos haciendo por ellos. Piden más y más de nuestro tiempo y atención, y nunca se dan por satisfechos. Pueden tener una sed infinita de nosotros en algunos momentos, y no incapaces de entender que nuestra vida, nuestra energía y nuestro tiempo, no les pertenece. Sin embargo, así lo creen. ¿Por qué? Porque seguramente a lo largo de nuestra historia en relación con ellos, cedimos demasiado, y ahora que hemos llegado a nuestro límite altruista, y nuestra naturaleza trata de equilibrarnos haciendo mirar un poco más por nuestros intereses, porque de lo contrario pereceríamos… entonces, personas que siempre recibieron todo de nosotros, se rebelan, y tratan de luchar por mantener “sus posesiones”, en lugar de valorar todo lo que recibieron de nosotros, entendiendo que todo puede llegara tener un limite. Que lo que se nos da hoy, se nos puede quitar mañana.

Personas “absorbentes” pueden rodearnos a diario, y por no discutir, por no quedarnos solos, por no enfadarle, por no decepcionarle, por no entristecerle, por no dejarle una mala imagen, por no hacerle daño… al final acabamos dejando de existir para nosotros mismos, viviendo para complacer a los demás. ¿Y lo que nosotros necesitamos para sentirnos complacidos?

Situaciones descontroladas de este tipo pueden producir innumerables enfermedades psicosomáticas, del sistema nervioso y endocrino, porque estamos forzando nuestros recursos más allá de lo que pueden dar. La clave para acabar con esta dinámica está en la “toma de consciencia”. Observar la respuesta sutil de nuestro cuerpo nos indicará el camino a seguir para salir de la esclavitud que habíamos tolerado durante años sin darnos cuenta. Quien de verdad nos quiera, nos acompañará en el proceso de cambio, aunque no lo asimile, aunque incluso le lastime. “El que no me entienda, que me estudie o que me deje” decía Miguel de Unamuno.

Román Gonzalvo

Psicólogo