Si prestamos atención un momento, nos daremos cuenta de que la mayor parte de nuestros problemas, derivan de nuestras relaciones sociales. Y por simples que éstos parezcan, la verdad es que si los mantenemos en el tiempo, pueden acabar hasta con nuestra propia vida, como ha puesto de manifiesto el Dr. Hamer en su “nueva medicina germánica”, algo que también ha demostrado la “psiconeuroinmunología”.
El hecho que nos impide vivir en calma al pensar en esa persona que nos ofendió, es simplemente el resentimiento que todavía albergamos contra ella. La solución que aquí se propone para eliminarla es la del ejercicio de la empatía, una capacidad humana con límites insondables.
Es difícil ponerse en el lugar del otro y tratar de comprenderle, cuando nos han herido. Sin embargo, si buscamos un lugar tranquilo, y hacemos el esfuerzo (y acto de amor) de olvidar nuestro dolor, para tratar de entender con sinceridad las circunstancias y el sentir que le llevaron a esa persona a herirnos, podremos comprender que no hubo maldad en su intención, sino ignorancia. Desde esta posición, nos será más fácil perdonar, y por ende, vivir en paz con nosotros mismos.
