Psicología

Por todo hay que pagar precios

A menudo se nos presentan circunstancias desagradables en la vida, que nos arrebatan la calma y felicidad, ante las cuales nos revelamos por considerarlas inadmisibles, inaceptables, intolerables. Otras veces, esa calma y felicidad se nos niega porque nos falta algo que necesitamos conseguir para sentirnos bien. En resumen; mi vida no es como debería ser (Santandreu, 2011).

En esta vida, hay dos tipos de dolor; uno es inevitable, y otro evitable. Por explicarlo con un ejemplo: que mi pareja me deje por un amigo me va a producir un dolor inevitable. Pero que al cabo del tiempo todavía albergue en mi interior un resentimiento hacia ella y mi amigo, es un dolor evitable.

Es normal evitar lo que no me gusta, y perseguir lo que quiero, pero en muchas ocasiones perdemos el tiempo en intentar cambiar algo que no puede ser de otra forma, siendo lo más inteligente aceptar (sin resignación) la realidad (Hayes, Strosahl y Wilson, 2012).

Queremos que todo resulte como queremos, sin entender que en esta vida dual, por todo hay que pagar precios (Cencillo, 2002), es decir, que tener “X”, supone renunciar a “Y”.

La clave, como expresó Reinhold Niebuhr (1943) en su famosa oración, está en saber distinguir cuándo tengo que aceptar y cuándo tengo que seguir luchando:

Dame valor para cambiar lo que puedo cambiar.

Serenidad para aceptar lo que no puedo cambiar.

Y sabiduría para encontrar la diferencia...