Psicología

No me hables

Si no nosotros mismos, seguro que conocemos a alguien que no se habla (está enfadado/a) con una persona a la que quiere de verdad. Qué paradójico. Querer a alguien, y no hablarle. Aunque esto es muy frecuente, no deja de ser algo patológico. Cuando dejamos de hablar a alguien que queremos, siempre tenemos una buena razón para ello, como una traición, una injusticia, una falta de correspondencia… Atribuimos la falta al otro. Por eso no es digno de nuestro querer. Pero la verdad es que no podemos evitar quererle. Obviamente esta contradicción es un “cortocircuito” mental, ya que para dejar de hablar a alguien se necesita sentir rechazo por él o ella. Sin embargo a la vez sentimos atracción. El querer que le teníamos antes, que ha sido sustituido por la repulsión, en realidad sigue vivo. Consciente o inconscientemente, cuando dejamos de hablar a alguien que queremos, porque nos ha hecho daño, lo que estamos viviendo es una neurosis. De diferente magnitud, pero neurosis. Y que la llamemos “enemistad”, “incomunicación”, “distanciamiento”,… no le exime de su condición neurótica. Una neurosis tiene tanto poder negativo sobre nuestro organismo como cualquier otro problema psicológico. Mantener esta oposición emocional interna hacia alguien, lejos de hacernos la vida más fácil o digna, nos la complica y oscurece.

Nuestro ego nos dice que el “problema es suyo”, porque le resulta más cómodo responsabilizar a otro, que dedicar el esfuerzo necesario para auto-transcenderse.

Si anteriormente nos llevábamos bien con él o ella. Y a partir de “entonces” ya no. Es obvio que antes estábamos unidos. No hablarnos, no rompe esa unidad, solo la convierte en dolorosa.

Con el mismo lenguaje que utiliza nuestro cuerpo para informarnos de un problema que hay que tratar, nuestra psique nos indica algo que tenemos que solucionar. Retrasar esto solo conllevará más dolor, consciente o inconscientemente. Los dolores físicos han supuesto la comprensión de muchas enfermedades, y al entenderlas se ha llegado a su curación. Igualmente el dolor psicológico es el síntoma de un problema PROPIO, ya que nos duele a nosotros mismos. No atenderlo pensando que es un problema del otro, nos está impidiendo comprender aquello que interrumpe nuestra naturaleza saludable..