Somos testigos del gran hito histórico que ha experimentado la humanidad desde la Revolución Industrial de mitad del siglo XVIII. El desarrollo de la ciencia empírica condujo a la creación de máquinas para la producción en masa de productos que transformaron la economía rural en una economía urbana. Este hecho produjo un cambio radical en el estilo de vida que el ser humano había llevado desde los “tiempos de las cavernas”, en los que la mano de obra se basaba en el trabajo manual y animal. Pero… ¿cuál ha sido el elemento que ha llevado a todo esto?
No nos basta con estar bien, queremos estar mejor. Este principio natural, es el motor del desarrollo humano. Gracias a él hemos podido evolucionar hasta nuestros días. ¡Pero cuidado!, ya Charles Chaplin en 1936 nos advirtió del lado oscuro de este desarrollo con su película ‘Tiempos Modernos’. Al igual que insistió Michael Ende en 1973 con su novela ‘Momo’. Y tantos otros artistas, profesionales y eruditos nos han recordado: al hombre máquina. Porque ese es el peligro del desarrollo. Y todavía más el hecho de saber esto, porque parece que al saberlo, a nosotros no nos va a pasar. Pero… analicemos con tranquilidad nuestra vida; ¿no es ajetreada?, ¿no está llena de actividades?, ¿no me gustaría hacer más de lo que hago?, ¿saber más?, ¿ganar más?, ¿llegar más lejos?, ¿mejorar?, ¿evolucionar?, ¿desarrollarme?. Entonces soy un actor de las obras de Chaplin y de Ende. Nos dice Lao Tsé en el Tao-Te-Ching: pratica la no-acción, ejecuta el no-hacer, prueba lo sin-sabor, considera grande a lo pequeño y mucho a lo poco.
Hoy en día, necesitamos más que nunca de su enseñanza, para volver al equilibrio saludable.
