La naturaleza del ser humano es tender hacia el bien. Eso implica tener buena salud física, buenas relaciones sociales y familiares, y claro está, una buena relación con uno mismo. Sin embargo, en distintos momentos, la vida nos presenta dificultades en estas áreas, que generalmente tratamos de resolver con nuestros propios recursos. A veces, éstos resultan insuficientes, prolongando nuestro malestar o en el peor de los casos, incluso pudiendo cronificarlo en el tiempo. Es en esta ocasión cuando se hace necesaria la ayuda de un profesional.
Desde la American Psychological Association (APA) se señalan cinco razones para acudir a un psicólogo:
- Cuando nos invade una prolongada tristeza, apatía o falta de ilusión en lo que hacemos. O cuando nos cuesta mucho esfuerzo y energía dedicarnos a algo.
- Cuando los problemas personales no mejoran, a pesar de haberlo intentado de varias formas.
- Cuando resulta difícil concentrarse en el trabajo o en otras actividades .
- Cuando se vive con una constante sensación de nerviosismo y preocupación por algo.
- Cuando se cometen acciones que nos perjudican a nosotros mismos o a los demás, como por ejemplo una actitud agresiva o algún tipo de adicción.
Una buena relación con uno mismo y con los demás, conduce a una autopercepción positiva que nos permitirá disfrutar del momento presente, dando un sentido a nuestra vida. Por eso es importante no caer en el prejuicio social de que “acudir al psicólogo es porque se está mal”, impidiendo buscar una ayuda profesional que favorezca nuestro bienestar y felicidad. Tener problemas es algo natural, lo que no es sano es prolongarlos en el tiempo.
