El objetivo 2 propuesto por Naciones Unidas para el 2030 de acabar con el hambre en el mundo no puede lograrse sin abordar cuestiones como la seguridad alimentaria, el desarrollo rural y la migración.
En septiembre de 2015, durante la Cumbre sobre el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas en Nueva York, 193 países se comprometieron a acabar con la pobreza y el hambre, proteger el planeta y asegurar la prosperidad para todos.
Y es que, en el 2015 tras décadas disminuyendo los datos del número de personas que padecían hambre, comenzó a aumentar de nuevo lentamente.
Las estimaciones actuales indican que cerca del 10% de la población mundial, 690 millones de personas, padecen hambre.
No llevamos buen camino si queremos alcanzar el objetivo “hambre cero para el 2030”. Si continúan estas tendencias, dentro de diez años el número de personas que padecerán hambre superará los 840 millones.
No sólo debemos apostar por un mundo donde todos tengamos acceso a la comida, sino que además debemos conseguir que esa comida sea saludable y cubra las necesidades de cada persona según su edad.
Por otro lado, la FAO principal organización mundial dedicada a combatir el hambre, nos recuerda que en los últimos años la comida rápida ha desplazado en gran medida a la comida casera, sustituyendo ingredientes saludables como frutas y verduras, por harina, azúcar, grasas y sal.
El secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, calificó de "inaceptable" el aumento del hambre, ya que el mundo desperdicia más de 1.000 millones de toneladas de alimentos al año.
También el Papa Francisco se manifestó en otro mensaje subrayando que "la lucha contra el hambre y la malnutrición no terminará mientras prevalezca la lógica del mercado y se busque el beneficio a toda costa".
Asimismo, el Presidente de la República Italiana, Sergio Mattarella, declaró que "la inseguridad alimentaria es sin duda una de las peores consecuencias del cambio climático".
Si queremos combatir el hambre en el mundo deberemos escoger bien los productos que incluimos en nuestra cesta de la compra:
- Aprovechar el potencial nutritivo y económico del as legumbres ricas en vitaminas y hierro.
- Fomentar el consumo local y los alimentos tradicionales.
- Almacenar en conserva los productos excedentes de nuestra huerta para consumirlos más adelante.
- Comprar productos de comercio justo y ecológicos.
- Colaborar con las ONGs y voluntariados.
- Ayudar a los pequeños municipios mediante el turismo rural.
- Practicar la agricultura biológica.
“Ni en la comida ni en la bebida hay placer si no precede la molestia del hambre y de la sed.”
San Agustín
