Psicología

Agosto: el encuentro con uno mismo

Cuando llega el momento de las vacaciones, algunas personas se sienten “que no saben qué hacer”. Acostumbrados a una rutina diaria, donde no había que pensar en nada ya que el día siguiente traería lo mismo que el día anterior, estas personas se sienten descolocadas. Lejos de sentirse liberadas, extasiadas y enormemente felices porque no tienen que trabajar, se sienten angustiadas, con un tono bajo, y apáticas. ¿A qué se debe esto?. Pareciera que es ‘lo normal’, puesto que al no estar habituado a tener vacaciones, uno se encuentra con un tiempo libre que no sabe bien cómo gestionar. Pero en realidad, lo que ocurre para estas personas es que ese parón que son las vacaciones, supone encontrarse con alguien con quien no había estado realmente en todo el año: con uno mismo. El ajetreo diario y las actividades programadas, evitan muy fácilmente que tengamos ese contacto con nosotros mismos, volviéndonos casi autómatas en el quehacer diario. O dicho coloquialmente: haciendo las cosas sin pensar. Pero cuando llega el vacío del verano, es imposible no pensar, porque tenemos todo el tiempo del mundo, y nada en que emplearlo a priori. Igual que cuando nos lesionamos haciendo una ejercicio, a veces no sentimos el dolor hasta que paramos, igualmente funciona nuestra psique, manteniéndonos ‘fuertes’ mientras las circunstancias exigen nuestra atención, pero manifestando el dolor cuando llega el momento de descanso. Es el mecanismo natural y sabio de nuestro ser, que nos recuerda que hay algo que no funciona bien en nuestro interior, no habiéndose manifestado anteriormente porque nuestra atención estaba volcada hacia el exterior.

Este hecho que aparentemente parece negativo, en realidad no lo es, ya que supone un síntoma que si es atendido, nos guiará hacia un mayor conocimiento de nosotros mismos que nos hará crecer, brindándonos paz y felicidad duradera. Eso sí, no exento del inevitable inicial sufrimiento que supone desarrollarse y evolucionar hacia el ser que somos en verdad.