Plumas al cierzo

Fulgor

Alejandro Ros Satrústegui nos escribe este poema.

Me mirabas igual que aquella tarde
en que el trillo giraba mansamente,
tirado por la yegua sudorosa,
rompiendo las espigas amarillas.
Y brotó en mis entrañas,
después de tantos años,
la misma sensación,
tus negros ojos,
que vivía por Julio, cuando niño
marchaba a las faenas de la siega,
con sombrero de paja,
y nubes en los pies
y miles de jilgueros en las manos.