Plumas al cierzo

Cuento de Navidad

Pepe Alfaro Calvo nos escribe este breve relato navideño.

Nevaba. La pareja decidió quedarse en su casa de Betania. Era lo más seguro. No era sólo la nieve. La pandemia así lo aconsejaba. “Nihil novum sub sole”, dijo él, en un latín con acento arameo. Ella sonrío con una mueca de dolor, mientras se llevaba las manos al vientre, como acunándolo. Tras nuevos dolores, cada vez más agudos, nació la niña. Los hospitales estaban colapsados y él pudo ayudar en el parto siguiendo las instrucciones que la matrona le dictaba por el móvil. Al poco, escampó y un meteorito cruzó el cielo palestino. Sonó de nuevo el móvil. Era su primo Yoseph comunicándole que acababa de ser padre de un niño. La única pensión de Belén estaba cerrada y tuvieron que detenerse en un establo cercano. Se congratularon de que, a pesar de las adversas circunstancias, todo hubiera salido bien. Era una historia repetida hasta la saciedad en todas las épocas de todas las culturas. Estaba claro que, a pesar de la pobreza, la familia era el lugar más seguro. Fuera, persistía la crónica pandemia de la insolidaridad.