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Una luz de alguna parte

Cegándome mis ojos mal veía una luz lejana, desprendiendo yescas del firmamento más se movían, estrellas, luceros, y un sinfín de bellas luces que de no verlas no creo ¡vaya aspavientos! Mis pensamientos rebotan en mis adentros ¿tan mal me siento?

Seguí su estela, guiándome ella hasta una cueva, entre pedruscos y malezas,

subí arañando, agarrándome a las hierbas, ¿cuál fue mi primer hallazgo

al introducirme en ella? Una familia muy pobre, sin más bienes que el calor que la cueva les cobija, ¿tanta pobreza para una alteza?

Pero hay un asno, hay un buey, que hacen sonreír a una mujer y a un hombre viendo como su pequeño no tiene frío ni hambre. Ve llegar a tres figuras siendo cuajada la noche. Tantas riquezas portan a lomos de sus camellos, que ternura desbordan,

al introducirse dentro, acariciando las mantas, ofrendando sus regalos, y adorando

el nacimiento de Jesús, que pasado unos años nos predicó el Evangelio.

Jesús Aznar, Lumpiaque