Tudela

Las fiestas de antes... 1919

Nos adentramos en el Archivo Municipal de Tudela para recuperar relatos de diferentes décadas en los que se describen cómo fueron las Fiestas de Santa Ana en el pasado a través de un artículo de L.G.G. escrito en ‘La revista de las Fiestas de Santa Ana’, Tudela, Julio 1959.

Peña Unión
photo_camera Otra peña de gran ambiente, la Unión, desfila por las calles, a la salida de la plaza de toros. Foto: Peinado y Mazo

'Las fiestas de hace 40 años'

Días antes de las fiestas, un semanario tudelano, hablando de la tradicional novena a Santa Ana, se lamentaba de que los jóvenes fueran perdiendo la buena costumbre de situarse, tanto a la entrada como a la salida del templo, bajo las arcadas de la puerta del Juicio. Decía textualmente: “NOVENA.– Con regular concurrencia se dio comienzo en la tarde del 17, a la novena que anualmente se celebra en honor de la Excelsa Patrona de la ciudad, precursora de las grandes fiestas Tudelanas. Aquel concurso de elegantes señoritas y empaquetados pollos, la flor y crema de la buena sociedad, que se situaban a la entrada del portal del Juicio, ha venido tan a menos que no es ni sombra del que presenciábamos en los días clásicos del novenario”.

Asimismo se notificaba a los lectores del semanario que se encontraba mejorada de la operación que le había sido practicada en Zaragoza doña Julia Ros, esposa del Sr. Lator. Los seminaristas Andrés Huguet y Ángel Ochoa se hallaban completamente restablecidos de la grave indisposición que puso en peligro sus vidas.

Ni que decir tiene que el redactor de estas notas de sociedad se alegraba de la mejoría de tan buenos amigos. 

El Ayuntamiento, con fondos públicos y no por suscripción popular como se hacía otros años, había contratado, para amenizar las fiestas, la Banda de Música del Regimiento de Galicia, de guarnición en Zaragoza. Se había rumoreado que la que actuaría en las Fiestas de Tudela sería la del Regimiento del Infante, pero fue la primera la que alegró las fiestas de los tudelanos hace cuarenta años.

El Ayuntamiento de la ciudad, en sesión celebrada el día 13, y con vistas a la celebración de las fiestas, autorizaba a la Comisión de Policía para instalar bancos en la Plaza de los Fueros, varias luces suplementarias en el Paseo del Prado y acordaba sacar a subasta la construcción del kiosko para la música, en la Plaza de los Fueros, por el tipo en baja de 150 pesetas. Recomendaba igualmente a la Comisión de Santa Ana la limpia de la Capilla para las próximas fiestas.

Y con estos preliminares, bullicio y animación, tiempo fresco y viento confortable se metió Tudela en fiestas.

El día 25 desfiló la procesión del Apóstol Santiago, actuando la Banda del Municipio. Por la tarde asistió a las Vísperas el concejal Sr. González. Quien, terminado el “Magnificat” abandonó el banco. Los alguaciles, maceros y servidores de los munícipes hicieron acto de presencia en el primer salmo, y salieron por el foro con sus mazas y dalmáticas una vez acabado. Se nos antoja pensar que no quisieron perderse la corrida.

El mismo día 25 tuvo lugar la corrida de toros, actuando los espadas Camará y Fortuna, con reses de Zalduendo. Hubo entrada regular, y a pesar de la expectación despertada, llegó a colocarse en la taquilla del carmelita de “No hay billetes”. El ganado fue desigual, pequeño y de diversas edades, resultando todos los toros mansos, títeres y huidos. Corrida, en fin, sosa y aburrida. Un comentarista taurino de la época estimaba que los espadas valen y pueden ser contratados para llenazos, pero con selección de reses zalduendistas, que las hay de P y doble V en el soto.

El día 26 se celebró temprano la procesión de Santa Ana, la vieja, y a las nueve y media, misa pontifical, sermón y bendición papal. A las doce salió la procesión con la imagen de la Patrona, asistiendo, además de las autoridades locales, los diputados a Cortes, Sres. Méndez Vigo y Guelbenzu y Teniente de la Guardia Civil.

Por la tarde se celebró la novillada con novillos de Zalduendo y López que acusaron bravura y buena presencia. Actuaron Pozo y Márquez, “novilleros de temple y sal tauromáquica”. El mal tiempo y el aire deslucieron la fiesta, pues “el ganado buscaba el abrigo y los diestros la ropa de invierno y el público apenas bebió cervezas y gaseosas”.

El día 28 actuó el espectáculo de Charlot y Llapisera que congregó en la plaza de toros un gran gentío de Tudela y sus pueblos. 

La Banda de Música del Regimiento de Galicia intervino en los conciertos matinales en el Prado y en los bailables nocturnos en la Plaza de los Fueros consiguiendo grandes éxitos. Hizo furor la composición ‘La canción del soldado’ de Serrano que hubo de ser repetida en diversas ocasiones y arrancó calurosos aplausos de los oyentes. El director de la Banda, Sr. Macías fue muy felicitado.

Las garitas de los feriantes fueron situadas en el Muro, considerándose esta medida como un gran acierto, por lo céntrico de la calle y escaso tránsito rodado.

En el Teatro Principal debutó el elegante transportista Frizzo que cosechó abundantes aplausos de los espectadores.

El gacetillero de la época se enorgullecía de que no se hubiese registrado el menor incidente en ningún aspecto. Decía “Las fiestas transcurren sin que ocurran sucesos desagradables a pesar de la gran animación que presta a la ciudad el gran número de forasteros que nos visitan. La estrecha vigilancia de los alguaciles y policías ha librado a la ciudad de gente maleante que se aprovecha en las grandes aglomeraciones para su profesión, no habiéndose dado casos de sustracciones de carteras y bolsos, atracos y robos tan frecuentes en otras poblaciones durante las fiestas. Bien merecen nuestro aplauso tales funcionarios”.

Y así pasaron, poco más o menos, las fiestas Tudelanas de hace cuarenta años. Solo nos queda por recoger el dato de los precios de la corrida y novillada de aquel año. En la corrida, la entrada al tendido costó cuatro pesetas y en la novillada, cinco reales.

L.G.G.
Escrito en ‘La revista de las Fiestas de Santa Ana’, Tudela, Julio 1959