Tudela

El monumento en Tudela a José María Méndez Vigo

Monumento dedicado a la figura de Méndez Vigo frente al teatro Gaztmabide de Tudela

El 22 de diciembre, a punto de entrar en la Navidad, se cumplirá el aniversario de la inauguración del monumento a Méndez Vigo, político que a comienzos del siglo XX y durante varias legislaturas dominó la representación del distrito electoral de Tudela.

Méndez Vigo consiguió, entre otros logros, sacar a flote el proyecto del Canal de Lodosa, paralizado durante años en los despachos ministeriales de Madrid. Era domingo, un día invernal de 1929, cuando se inauguró en el Paseo de Invierno el monolito dedicado al personaje que, años antes, Tudela nombrara hijo adoptivo de la ciudad. 

¿Quién era Méndez Vigo?

José María Méndez Vigo, nació en Madrid y estudió la carrera de ingeniero de caminos. El contacto con los representantes de Tudela y su entorno, que buscaban agilizar los trámites del Canal de Lodosa, pudo deberse a su cargo como subdirector del Canal de Isabel II. Tras ingresar en política con el Partido Conservador, obtuvo su primera acta de diputado a Cortes por el distrito de Tudela en las reñidas elecciones de 1914 donde encabezó la coalición de conservadores, liberales y republicanos que derrotaron a los Jaimistas hasta entonces dominadores. A partir de entonces su implicación con esta tierra fue tal que, a pesar de la fuerte oposición de otras formaciones políticas, mantuvo el escaño en sucesivas legislaturas. Sólo el Golpe de Estado del general Primo de Rivera en septiembre de 1923, que suprimió el régimen parlamentario de la Restauración, consiguió apartarle de la vida pública. Falleció repentinamente en su casa de Madrid el 5 de noviembre de 1927, sin haber cumplido aún los cincuenta años.

La noticia de su muerte impactó con sorpresa en Tudela, y la prensa local la recogió de modo diverso según su tendencia política. El Ribereño Navarro, que se titulaba Semanario Independiente, señalaba que la noticia “circuló por nuestra ciudad con la sorpresa y sensación que es de suponer por tratarse de la personalidad más saliente de Tudela y su Distrito, y aún de Navarra”. Por su parte, El Eco del Distrito, dedicó un número (16 de noviembre) a glosar su figura y obra. Un párrafo decía: 

“Tudela se ha postrado de dolor y llora amargamente su muerte porque era el único que sabía comprender los latidos de nuestra existencia (…) El nombre del señor Méndez Vigo no se olvidará jamás de los tudelanos y pasará a la posteridad como un recuerdo por todos bendecido y por todos suspirado”. 

Al entierro en la capital acudió una nutrida representación navarra, tanto del Ayuntamiento de Tudela como de la Diputación, así como antiguos parlamentarios. Incluso, algunos tudelanos que se honraban con la amistad del prócer, portaron el féretro hasta la iglesia.

Esquela de José María Méndez Vigo publicada en El Eco del Distrito en 1927

El monumento

La idea de levantar un monumento que perpetuase la memoria del finado, no partió del ayuntamiento de Tudela, sino de la Confederación Hidrográfica del Ebro, creada en 1926, en plena dictadura de Primo de Ribera. Así consta en la sesión extraordinaria de 26 de junio de 1928. Y si repasamos las Actas Municipales, comprobamos que hubo reticencias entre los concejales sobre la oportunidad del mismo, pues Tudela estaba inmersa en otros proyectos como recuperar el Instituto de Enseñanza Media y la creación de un nuevo Grupo Escolar, que luego recibió el nombre de una maestra ilustre: ELVIRA ESPAÑA. Tampoco hallamos nada sobre posibles ideas donde ubicarlo, cosa siempre trascendente. Sea como fuere, lo que está claro es que se eligió el Paseo de Invierno, lugar de moda en aquella época al situarse en el área de expansión urbanística de la ciudad y haberse remozado con nuevos edificios, entre ellos el elegante teatro Salón Novedades, abierto en 1921. Tampoco quiso el consistorio acudir solemnemente en corporación como sugería el concejal señor Abadía. El alcalde le contestó que dado que idea de la Comisión Organizadora “era darle al acto un carácter sencillo y eminentemente popular debía nombrarse una Comisión que representase al Ayuntamiento sin perjuicio de que a ella se agreguen los Sres. Concejales que lo deseen”. Ningún rastro más queda en las actas municipales sobre este fausto acontecimiento. Por ello debemos acudir a la prensa local, mucho más elocuente.

Hubo suerte con el tiempo, pues aquel 22 de diciembre, domingo, amaneció apacible después de los fuertes aguaceros de la semana anterior. Los actos comenzaron en la catedral con una misa celebrada por el canónigo D. Marcelino Álava. El templo se hallaba repleto de fieles, ocupando los primeros lugares las autoridades, representaciones oficiales y familiares de Méndez Vigo. Tras la misa, el “inmenso gentío” se trasladó al Paseo de Invierno que había sido adornado con gallardetes y escudo de la ciudad y, sobre un quiosco improvisado, se colocó la banda municipal dirigida por el maestro Gil Lasheras, el que luego sería autor de la popular música de “La Revoltosa”.

A continuación comenzaron los discursos. El monumento estaba cubierto con la bandera de España y rodeado por macizos de flores que lo realzaban. Había sido proyectado por el arquitecto madrileño José Luis Marrero, amigo íntimo del homenajeado, y ejecutado por el joven y laureado escultor navarro Fructuoso Orduna. El Eco del Distrito en un reportaje titulado: “Solemne homenaje a la memoria del llorado protector de Tudela”, describía así el monumento: 

“Forma una pirámide de granito. En uno de los lados tiene un bajo relieve representando una matrona con su hijo en brazos simbolizando a la agricultura. Y en su parte alta un medallón, de mármol blanco, reproduciendo el perfil vigoroso y trabajador del señor Méndez Vigo. Al lado opuesto, en bronce dorado, la dedicatoria: “A don José María Méndez de Vigo, por suscripción popular”. El conjunto es bellísimo y agradó mucho, siendo su autor muy felicitado”.

Los discursos glosaron la obra de Méndez Vigo, destacando los beneficios que sus oportunas y numerosas gestiones trajeron a Tudela y la Ribera de Navarra. Entre todas sobresalía el Canal de Lodosa, comenzado en 1915 y que en 1929 estaba ya en fase muy avanzada. Pero quien de modo más elocuente trazó la labor del diputado fue el representante del ayuntamiento, don Conrado Ortega, quien por entonces dirigía una popular escuela en la ciudad. Recordó que ya en 1915 había sido nombrado Hijo Adoptivo y Predilecto de Tudela y que:

“algunas de las mejoras y beneficios obtenidos para esta ciudad (…) son las maniobras de la Escuela Militar de Tiro el año 1915, el crecimiento por cuenta del Estado de las balsas de Traslapuente; una importante cantidad de Gobernación con motivo de la catástrofe ocurrida en Tudela en 1914; la libertad de varios reclutas tudelanos que se hallaban en prisiones militares por los sucesos ocurridos en l estación del ferrocarril en el mismo año; un regimiento de caballería de nueva creación, y posteriormente, una Sección de Sementales que es la que hoy existe; consignación de abundantes cantidades que hasta entonces nadie había conseguido para obras de reparación de la santa iglesia Catedral; ampliación de los muelles de la estación de Tudela y arreglo del puente de Mosquera y muchísimos beneficios más que harían interminable esta relación. Sin contar con esto, las mejoras tan importantes conseguidas para la capital como para los demás pueblos del distrito, como son, entre otros que no puedo recordar, el derribo de las murallas de Pamplona, iniciación del proyecto del Canal de las Bardenas, obras del ferrocarril de Soria-Castejón, el pronto pago y sin descuento de los famosos pagarés de los repatriados de Cuba, cesión en Cascante de un edificio del Estado para escuelas, constitución del Sindicato de la Nava en Cintruénigo, etc”.

Froilán Méndez Vigo, puso la nota emotiva, al agradecer en nombre de la familia, el homenaje que se tributaba a su hermano. Finalmente, de entre las numerosas adhesiones que se habían recibido, Eugenio Frauca leyó la del conocido político Rafael Sánchez Guerra que terminaba así: “Es ejemplar y consolador espectáculo este que ofrece un hombre y un pueblo compenetrados en vida y vencedores de la muerte por el cariño, el recuerdo y gratitud”.

Terminado el acto, los invitados oficiales asistieron a un banquete “servido con toda exquisitez por el hotel Arigita”. Al anochecer, con la iluminación reforzada, como consta en las Actas Municipales, la banda de música actuó durante dos horas a los pies del monumento. 

Hoy, a pocos años de alcanzar el centenario, el monolito a Méndez Vigo, frente al Teatro Gaztambide, perpetúa la memoria de un político de la Restauración al que al que Tudela y su Distrito eligieron, tozudamente, como representante en las Cortes de Madrid entre 1914 y 1923. Por cierto, no deja de ser curioso leer en la crónica de El Ribereño Navarro, que el Paseo de Invierno estaba llamado a convertirse con éste y otros monumentos “en ese parque de hombres ilustres que la ciudad reserva”. Ahí queda.