Ribera

Daniel López, un Olentzero en nuestra Ribera

Olentzero, Corella'18 - 27
Del 18 (depende de la fecha escogida desde Ribaforada) hasta el 24 se transforma en un ser mitológico, el Olentzero.

Daniel López es un simpático ablitero de nacimiento que desde hace una década lleva una doble vida. Por un lado, es un jubilado que se dedica a cuidar los olivos de la familia, a defender el euskera y sobre todo a leer. Una afición que le viene de siempre porque es licenciado en historia y durante años impartió clases por Estella, Cortes, San Adrián o en Tudela. También habla euskera, francés, inglés e incluso un poco de árabe. 

Por otra parte, del 18 (depende de la fecha escogida desde Ribaforada) hasta el 24 se transforma en un ser mitológico, el Olentzero. Para representar a este peculiar personaje, Daniel ha leído muchos libros “porque quería conocer lo máximo posible sobre él y no hacer un Olentzero tontorrón y quedarme únicamente con una txapela y dar caramelos”. 

Pese a que algunos piensan que este personaje es vasco, lo cierto es que su origen proviene de la localidad navarra de Lesaka. “Esta tradición del Olentzero se refiere a una época anterior al cristianismo y está unida totalmente al solsticio de invierno, cuando el sol se para y es el día más corto del año. Justo al día siguiente empieza a alargar el día y eso es lo que anuncia el Olentzero. ‘Onen-zaro’, que en euskera significa ‘la época de lo bueno’. Curiosamente va a venir más tarde el cristianismo y va a decir que Jesús ocupa ese lugar, es la salvación”. 

En Lesaka las cuadrillas sacan cada cuadrilla sus olentzeros, en Pamplona es también un muñeco y sin embargo en Tudela y en varias localidades riberas está representado por una persona. “La gran diferencia que hay entre el Olentzero y la cabalgata de Reyes Magos es que el segundo es más comercialista. Tienes carrozas lujosas, brillantinas, caramelos... recuerda al Corte Inglés; mientras que en el desfile del Olentzero te encuentras con ovejas que se cagan e instrumentos completamente artesanos”, dice Daniel. “Lo que vale ahí es la alegría, la música, los animales y ese vestir que recuerda al mundo que hemos vivido aquí, agrícola y ganadero”.

Desde hace casi una década lleva visitando Tudela, “es mágico, se hace precioso. Tan mágico que cuando llegan los pastores con las ovejas no se lo pueden creer”. También visita Corella desde hace unos diez años, “es lo más parecido a Tudela, ha ganado la calle y están integrados. Es muy bonito el aurresku de bienvenida y el acto en sí”. En Ribaforada también se ha convertido en un fijo, “experiencia, constancia de quienes llevan organizando el acto todos estos años”. Y el año pasado se unió también Buñuel, “nunca se había hecho y han empezado con fuerza, están como si llevaran años”. Pero además de estos actos más multidunarios, este olentzero ribero visita también los colegios de Caparroso, Peralta, Cabanillas, Cintruénigo o la ikastola Argia.

Para Daniel es “muy bonito ver la ilusión de los niños o cómo piden caramelos los más mayores, quienes también parecen niños. Cuando estoy en la plaza y se ponen a bailar es algo mágico; parece que bailamos a que la vida continúa y es que sabemos que ya va a empezar a alargar el día”.

De entre todos los momentos que le ha tocado vivir como Olentzero recuerda especialmente dos. “Íbamos por Yanguas y Miranda de vuelta a la peña y uno de los sacos de caramelos que llevaba se cayó. Por instinto, uno de los que me sujetaba fue a recogerlos y ¡casi me caigo! Mientras que la otra fue pocos días después de las navidades pasadas. Entré en un banco, me senté y había en frente un niño de unos 6 años que cuando me vio se le ilumaron los ojos. Se me quedó sonriendo de una manera muy amable. Me acerqué, le saludé, le di un abrazo y casi se deshace como la mantequilla. Fue algo muy bonito”.