El carrusel electoral
Vinieron las elecciones
estalla la hipocresía,
tiempo es de inauguraciones,
proclamas y fantasía.
Hay quirófanos fantasma
de quita y pon cual sombrero,
se arreglan calles y plazas
y embellecen los paseos,
se bendicen aeropuertos
sin tener controladores
con los hangares desiertos
y las pistas en calzones,
más... qué importa el chapuceo
y las baldías razones,
en la foto y tan contentos
posarán sin corazones.
La gente de los partidos
apurada, ya espabila
ponen los cinco sentidos
para colarse en la lista.
Los políticos de turno
son de la calle revista,
y saludan los muy tunos,
¡anda... que no tienen vista!
Y nos llega la matraca
del altavoz en el coche,
y los mítines de plaza
con bacadillos de broche,
¡valga el cielo que me espanta!
este sobrado derroche,
y cuánto el pueblo aguanta
por el día, y por la noche.
Hay tertulias, hay sondeos
y entre promesa y programa
¡si tu ofreces, yo más puedo!
es mejor irse a la cama.
Y llega el día esperado,
la gente en la urna vota,
se proclama el resultado
y todos ganan la porra.
Tras el gobierno formado
viene la paz y la calma,
a la nada va lo hablado
y lo pactado se aplaza.
¡Pobre país engañado
por políticos de raza!,
que un buen jornal han ganado,
en cuantro días de guasa.
Quiero salvar de la hoguera
a los buenos ciudadanos,
que van con la ley primera,
como los buenos hermanos,
de ayudar en esta empresa;
más... les advierto ¡cuidado!
si veis intención aviesa,
¡dejad la poltrona a un lado!
denunciad la triquiñuela,
¡y que traguen su pecado!