Tudela

Viviendo la fiesta con... José Serrano (Utillero del Tudelano)

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Un 27 o 28 de julio cualquiera, mientras los últimos valientes de la noche y los madrugadores de blanco y rojo impoluto entrecruzan sus caminos en las calles de Tudela, José Serrano llega al Ciudad de Tudela para las 9:00. Desde hace un lustro, este tudelano de 36 años es uno de los miembros del Tudelano que mejor conoce los entresijos del club y, sobre todo, de los jugadores y entrenadores que conviven día a día en entrenamientos y partidos. Utillero y en muchas ocasiones un apoyo tanto en los buenos como en los malos momentos, esta temporada su figura ha resaltado.

“Creo que se hizo una bola con el tema, porque para mí no era nada extraordinario. Simplemente es lo que creo que tengo que hacer”, señala en referencia a los reconocimientos en redes sociales por parte de dos clubes, el Coruxo y la Cultural Leonesa, debido a algo que, según él mismo reconoce, no es usual: dejar los vestuarios limpios y ordenados. “Quizás porque no es habitual se le dio más notoriedad, pero como digo, para mí no se sale de lo normal”, explica.

La trayectoria de Serrano en el club blanquillo se remonta a su infancia y adolescencia, una etapa en la que militó en las categorías inferiores. Lo dejó a los 15 años, pero siendo ya adulto le surgió la oportunidad de volver, esta vez a un puesto muy cercano a la primera línea del equipo senior. “Me apetecía probar, era una labor que me llamaba la atención. Me lo propuso Javier Catalán, directivo y de mi cuadrilla, y acepté sin dudarlo”, recuerda.

 "Ser utillero del Tudelano me ha hecho vivir las fiestas más de día y a la hora del vermú, y de hecho me encanta ese ambiente"

Desde entonces, Serrano se ocupa de organizar la ropa, los materiales de entrenamiento, las botas... “En definitiva, lo que hago son dos cosas: tener todo a disposición de los jugadores y facilitarles las cosas. En los días de partido, estoy un poco más pendiente de los recogepelotas y cualquier cosa que necesite el árbitro o el delegado”, resume. Casi como un chico de los recados, pero mirando al detalle. “Al final, si te organizas bien, acabas antes. La gente puede tener la idea de que me pego una hora en el vestuario después de cada partido, pero en 10 minutos se puede dejar todo en orden. Y sobre todo cuando jugamos fuera. ¡Todos tenemos ganas de volver a casa si el viaje es largo!”, asegura.

El utillero tiene claro que lo del orden le viene de siempre y que traslada esa máxima a su vida cotidiana. “En casa cuesta un poco más pero para fiestas, por ejemplo, ya tengo la ropa blanca y roja preparada. La saqué hace unos días de una caja en la que suelo guardarla después del día 30”, señala. Sin duda, una previsión que no se corresponde con la mayoría de hogares tudelanos.

Cambio de chip

La relación de Serrano con las fiestas de Santa Ana cambió por completo cuando entró a formar parte del staff técnico del primer equipo. “Antes, como casi todos los jóvenes, salía mucho por la noche, de cena con la cuadrilla y después al Tubo y por los bares. Ahora eso es imposible, porque hay que madrugar prácticamente todos los días. La pretemporada empieza el 15 de julio aproximadamente y ya desde entonces toca venir al campo por las mañanas”, afirma.

“Ser utillero en el Tudelano me ha hecho vivir las fiestas de otra manera. Ahora el único rato que tengo coincide con el final del entrenamiento y por eso salgo de día, a la hora del vermú. De hecho, me encanta ese ambiente y lo disfruto, sobre todo cuando estoy con mi sobrina y vemos a los gigantes”, añade.

Este año, el chupinazo cae en domingo. “Aún no lo sé, pero supongo que tendremos libre ese día, así que a lo mejor podemos aprovechar más”, dice. Todo dependerá de qué sistema de trabajo diseñe el nuevo entrenador del club, Sergio Amatriain. Hasta el momento, Serrano ha coincidido con José Mari Lumbreras, Juan Carlos Beltrán y Manix Mandiola. De todos ellos guarda un grato recuerdo. “Siempre he tenido una buena comunicación con todos. Cada uno tenía sus cosas. José Mari y Juan Carlos eran quizás más metódicos, mientras que Manix tenía otra manera más campechana, por decirlo de alguna manera, de tratar con los jugadores y con el resto del cuerpo técnico”, cuenta.

En el caso de los futbolistas, destaca que “todos lo que llegan nuevos son muy abiertos”. “La relación siempre es estupenda, aunque es cierto que con ciertos jugadores, como Delgado o Lalaguna, que llevan más años y son de por aquí, coges más confianza. Pero con todos hay un ambiente muy bueno”, asegura.

Precisamente con algunos futbolistas tuvo la oportunidad de estar en la Casa del Reloj en el chupinazo de 2012, cuando se premió al club con el segundo cohete merced a su ascenso a 2ª B. “He llegado en la etapa más bonita del club y espero que duremos muchos años en la categoría. De aquel día me acuerdo mucho, fue especial estar allí arriba, pero no salí al balcón. Los protagonitas eran los jugadores. Ellos son los que pelean en el campo y ellos se lo merecían”, señala con la timidez que le caracteriza. Siempre en segundo plano. Pero imprescindible.