Tudela

Versos, estrofas, cuentos y estrambotes en un cuarto de siglo del Grupo Traslapuente

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Como se aprecia en los ejemplos más representativos de la literatura universal, el germen de la acción poética y narrativa vive ligado de manera casi indisoluble a los cafés, las tabernas; las parisinas que reunían a los bohemios de siglos pasados, las tascas en las que Lope o Quevedo hacían de las suyas en una España de otro tiempo o ‘El Brasilero’ de Montevideo, el edén particular del gran Eduardo Galeano. El Grupo Literario Traslapuente también nació en un bar.

Fue hace ahora 25 años, una efeméride que en enero de este año coincidió también con la publicación número 50 de su revista. La cafetería Zuazu, un lugar clásico del imaginario tudelano, se convirtió en el escenario de las tertulias literarias que posteriormente darían origen al grupo. Pepe Alfaro, actual componente y entonces uno de los impulsores, lo recuerda con anécdota incluida. “Cuando nos pusimos a hacer el primer número de la revista, efectivamente, como suele pasar, nos salió el número cero porque la cosa no fue muy bien y el primero tuvo que esperar”, recuerda entre risas.

A aquellos encuentros, que comenzaron en 1985, acudían nombres que ahora resuenan como referencias para la ciudad y la Ribera, como Victoriano Bordonaba -que fallecería 6 meses antes de que se publicase el primer número de Traslapuente-, Víctor Arribas o Alejandro Ros. “Arribas y Ros eran de los pocos que habían publicado poemas hasta entonces”, señala Alfaro, quien se uniría a los tres anteriormente mencionados en la publicación de un libro que también se cuenta como pionero: ‘Cuatro poetas tudelanos’. Desde entonces, la poesía y la literatura en Tudela vivirían un impulso notable gracias a la creación del grupo.

Tertulias pioneras

Para Pepe Alfaro, las tertulias que se realizaban y que tuvieron su continuidad a lo largo de los años convirtiéndose en los ‘Martes Literarios’ o los talleres de escritura creativa que él mismo imparte, fueron un hito en la época. “Eran pioneras no sólo en la zona, sino también a nivel nacional, me atrevería a decir”, cuenta Alfaro, quien relata cómo a partir de ese auge de la divulgación del gusto por la lectura y la escritura, al grupo se fueron incorporando más personas, no sólo de Tudela, sino de la Comarca. Tres de ellos fueron Juanjo Valencia, Isidro López y Elías Marchite.

Los tres recuerdan el pudor inicial a leer en público o a atreverse a dar rienda suelta a su creatividad. “Estaba visto incluso como algo raro. ¿Cómo un hombre hecho y derecho se ponía a recitar?”, se pregunta con ironía Valencia, quien celebra que esa percepción haya cambiado. “Ahora hay 30 ó 40 personas que acuden a los ‘Martes Literarios’, a las entregas de premios, que participan en lecturas y presentaciones”, explica.

Por su parte, Elías Marchite e Isidro López, dos de los habituales escritores en la revista cada mes, coinciden en que entraron a formar parte del grupo gracias a los talleres. “Han sido muy importantes; yo estoy aquí gracias a ellos, gracias a que un día me animaron a ir y le cogí el gusto”, destaca López. “Incluso te cambian la vida de alguna manera”, afirma Marchite. “La relación de uno mismo con la literatura, con la poesía, cambia cuando se empieza a experimentar en estos talleres. En ese sentido, creo que hemos extendido de alguna forma la afición por las letras entre gente que tenía esa vocación algo escondida”, añade Alfaro.

En efecto, trabajar y fomentar la cultura, concretamente literaria, ha sido el principal cometido del Grupo Traslapuente desde su génesis hasta la época actual. Los concursos de cuentos, de microrrelatos, su participación como jurado y el haber contado con la presencia de grandes nombres en Tudela (caso de los José Hierro, Carmen Martín Gaite, Ángel García López o Luis Alberto Cuenca) son algunos de los resultados de su legado.

“En Traslapuente, aunque es cierto que se ha contado con la presencia de nombres destacados, se trabaja otro tipo de cultura, la del día a día, la de la base, no la del figurón”, destaca Valencia, quien lo explica. “Si tienes 150 personas que leen y que disfrutan con la literatura, cuando traigas a algún referente, lo disfrutarán más”, añade.

Otra componente ilustre de Traslapuente es Milagros Rubio, que comenzó a relacionarse con el grupo cuando tenía unos 36 años y tambien es asidua de las publicaciones. “Ha supuesto la posibilidad de tener un lugar de encuentro para la poesía y también el haber hecho un grupo de amigos muy especial”, señala la ex concejal del Ayuntamiento, quien subraya la labor de Juan Colino y Pepe Alfaro, “las dos almas del grupo”.

“El grupo ha sido un hito para la Ribera, para Navarra y para una panorámica comarcal más amplia. Ha ofrecido la posibilidad de crear y hacer poesía, de interesarnos por la literatura actual con la edición de una revista que lleva 50 números, algo con muy pocos precedentes a nivel nacional”, señala Rubio. De momento, en los bares, en los salones de actos o en el sofá de casa, el Grupo Traslapuente continúa escribiendo las páginas de este cuento de hadas.

“La generación de los más jóvenes ha perdido el gusto por la lectura”

Uno de los mayores esfuerzos de Traslapuente, a través de algunos miembros como Pepe Alfaro o Manolo Arriazu, con una dilatada trayectoria en el mundo de la enseñanza, ha sido el fomentar la iniciación a la literatura y a la lectura en los más pequeños. Esa sigue siendo una de sus reivindicaciones más firmes en lo que se refiere al trato de la cultura literaria desde las instituciones locales.

“No vamos a ponernos a criticar ahora, porque se nos ha ayudado, desde luego. Pero sí que en ocasiones creemos que se puede hacer más en ese sentido”, afirma Pepe Alfaro. Él, no obstante, rompe una lanza a favor de iniciativas realizadas en estos últimos años en centros escolares de toda la Ribera. Encuentros literarios con autores especializados en literatura infantil y juvenil, como Lucía Baquedano o Ramón García Domínguez, han sido la nota predominante durante los últimos 20 años.

Aun así, Alfaro, Valencia, López y Marchite coinciden en que una generación pierde por el camino esa afición por la lectura que tanto se busca desde la infancia. “Mi hijo mayor, de 34 años, ha vuelto a leer ahora después de muchísimo tiempo”, afirma Valencia. “Leen como leones cuando son pequeños pero después no sé qué ocurre”, se pregunta. Tanto Marchite como Alfaro resaltan que esa pérdida de pasión quizás se deba a la excesiva ‘gramaticalización’ de las enseñanzas de lengua en el colegio. “Y es mucho más divertido y se aprende más gramática al escribir y leer poesía o narrativa”, señalan ambos.

Relevo generacional 

¿Podría esta cuestión llevar a pensar que puede que llegue un momento en el que no hubiese un relevo generacional latente en el Grupo Traslapuente? Ellos no lo creen, al menos. “Tenemos a un chico joven, Eduardo Pérez, y estamos seguros de que, con el tiempo, esa vocación aflorará en otros”, dicen. “Quizás iniciativas más telemáticas, a través de las redes sociales, podrían atraer a más gente joven. Aunque en el grupo no queremos perder el piel con piel, el encuentro, el vernos”, indica Milagros Rubio.