Tudela

Tres décadas y un instante mágico

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Puede que Mila, como se le conoce cariñosamente, se oliese algo cuando entró en la sala de la primera planta del Ayuntamiento y contempló la maraña de periodistas, cámaras de fotos y de televisión y al alcalde Luis Casado plantado frente a un micrófono. Fue en ese momento cuando le anunciaron que iba a lanzar el chupinazo de las próximas fiestas. Doble hito. Primero, por premiar una trayectoria de 35 (el año que viene harán 36) trabajando por Tudela y siendo referente en la política municipal. Segundo, porque, por primera vez en la historia, una edil de la oposición anunciará las Fiestas de Santa Ana desde el balcón de la Casa del Reloj.

Curiosamente, Milagros Rubio y su grupo, actualmente Izquierda-Ezkerra, anteriormente Batzarre o NaBai, han 'peleado' de forma constante para que la tradición de otorgar el lanzamiento del chupinazo exclusivamente a miembros del equipo de gobierno cambiase. Ahora será ella misma quien rompa la norma. Lo hará por la potestad del alcalde, pero también aupada por la voluntad popular, que a través de una plataforma ciudadana pidió encarecidamente su designación. "Espero que se trate de un antes y un después y que, a partir de ahora, el acto se abra a más gente y se adapte a la demanda social de transparencia e igualdad. Ya se han modificado muchas tradiciones", afirma Rubio.

No obstante, insiste en que se siente afortunada, pero al mismo tiempo triste "por otras muchas personas que se merecerían también lanzar el chupinazo". "Hablo de colectivos y organizaciones sociales, de personas que contribuyen al bienestar de Tudela, ya sea en el ámbito cultural, social o deportivo... muchísima gente", relata. La oleada de felicitaciones no ha cesado desde que se conoció su designación. "Me paran a diario por la calle, es constante, y estoy muy agradecida por todo ese cariño de la gente", reconoce.

Contraste de sensaciones

El hecho de que sepa con un mes de antelación que ella será la protagonista el 24 de julio a las 12 del mediodía le ha traído sensaciones encontradas a lo largo de estos días. Serena como es ella, Mila asegura que su percepción del chupinazo cambia constantemente. "Me está dando tiempo a ponerme nerviosa y a disfrutar imaginando", dice. Piensa igual que sus predecesores en el privilegio de lanzar el cohete. "Algo de razón tienen, y creo que es mejor saberlo con menos días de antelación para darle menos vueltas", afirma.

Sobre la fórmula que utilizará, cree que surgirá sobre la marcha, aunque reconoce que le ha dado muchas vueltas. "Hay mucha expectación por ser el primero que tira alguien de la oposición, por un lado, y por otro. Un día me levanto pensando pensando que voy a decir una cosa y otro todo lo contrario. Por eso, seguiré a mi corazón en ese momento", relata la edil de Izquierda-Ezkerra.

“Espero que mi designación suponga un antes y un después y que el chupinazo se abra a otros grupos municipales y a colectivos de Tudela que también merecen lanzarlo”

 

“Un día me levanto pensando que voy a decir una cosa y al otro pienso todo lo contrario. Por eso, creo que seguiré lo que me dicte el corazón en el momento de salir al balcón”

 

Pese a ser éste un reconocimiento que está intrínsecamente ligado a su marcha del Ayuntamiento el próximo año, Mila no conoce otra consigna que la del trabajo. Por eso cuando se le pregunta por los mejores y peores momentos vividos a lo largo de su trayectoria, es cauta. "Aún queda un año. Puede pasar de todo", dice sonriendo.

Aún así, hay momentos que le han quedado marcados en la retina. Por su dureza o por su satisfacción. Los amargos se remontan a años atrás. A 1979, pocos meses después de entrar en el Ayuntamiento, cuando Gladys del Estal murió en medio de la brutalidad de una carga policial. "Presenciamos esa muerte en directo, y es duro, muy duro. Sobre todo por lo absurdo e ilógico de la violencia con la que se dio. Que una chica de 24 años muera así, sin que hubiese ningún follón, estando sentada, es una pena", dice haciendo memoria.

Tampoco olvida la muerte de su eterno compañero de fatigas y amigo, José Mari Lacarra, "cuando aún era concejal". Seguro que el día 24 echará una mirada al cielo para brindarle un chupinazo que también, en parte, será suyo. "Es un pena que no pueda verlo", reconocía el día que le dieron la noticia.

Mila guarda un hueco para la autocrítica en aquellos años de violencia desde las dos orillas, la de la derecha radical -su coche fue quemado con motivo de una visita de Blas Piñar- y la de la izquierda abertzale. "Durante un tiempo, no estuvimos con quienes debíamos estar, que eran las víctimas de ETA. A la gente de la izquierda nos pilló un poco confusos. Eso es algo de lo que nos arrepentimos", asegura.

Lo bueno también tiene espacio en su caja de recuerdos. Aunque es menos concreto. "Ha habido muchas cosas positivas, pero todo eso está más vinculado a pequeñas cuestiones que van sumando. Siento satisfacción por ver que algunas cosas se han mejorado y por comprobar que hemos jugado un papel importante", afirma.

Tres décadas dan para mucho, también para echar de menos todo lo que conlleva una vida dedicada al servicio público. "Desde luego que lo extrañaré, aunque no me voy del todo. Seguiré ayudando a mi grupo municipal en lo posible y pueden contar conmigo", asegura.

Mikel Arilla