Tudela

Mitos, amigos y villanos del 'bikini'

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Mantener la línea y el tipo, si uno tiene fuerza de voluntad, debería ser cosa de largos plazos y fruto de un trabajo y esfuerzo continuados. Pese a que los milagros no existen, no son pocas las personas que se aventuran en la ‘operación bikini’, una cruzada contra las calorías de más que, según se plantee, puede ofrecer mayores o menores resultados dependiendo de las directrices seguidas.

Y pese a que es obvio que conseguir la figura de una actriz de Hollywood no cuesta ni mucho menos dos meses, no es menos cierto que existen algunas claves muy útiles para enterrar mitos y falsas creencias. Sobre todo, para hacer que una dieta sea más llevadera y no se convierta en una pelea inútil por estar siguiendo

el camino equivocado.

El ejercicio, imprescindible

Una reducción de las cantidades diarias de calorías no sirve de mucho si al cuerpo no se le complementa con ejercicio físico.

El gimnasio es una buena opción, aunque siempre siguiendo los consejos y planes diseñados por profesionales preparados. Nadie mejor que ellos sabrá adaptar un plan de trabajo a cada cuerpo.

No obstante, las pesas y el ejercicio anaeróbico, a no ser que se realicen integrados en circuitos de ejercicios y a ritmo alto, no son mecanismos efectivos ‘per se’ para quemar grasas de más. Los ejercicios aeróbicos o cardiovasculares (bicicleta, carrera a pie o caminar) deben primar por encima de todo. La paciencia, en este caso concreto, se convertirá en la mejor aliada posible. No hay que desesperarse a las primeras de cambio, sino marcarse metas poco a poco.

Nadie mejor que los profesionales para dilucidar nuestro plan

de ejercicio físico. No obstante, el trabajo aeróbico o cardiovascular, ya sea bicicleta, marcha o carrera a pie, debe ser prioritario

Ojo a la obsesión con partes del cuerpo como las abdominales. Con muchas series y repeticiones, siempre aumentando la intensidad progresivamente y sin cebarse desde el principio, la magia no aparecerá si no se elimina antes del todo la grasa localizada en la zona. Las vistosas tabletas no estarán a la vista hasta que no nos deshagamos de esa ‘barrera’. Llegados a este punto, huelga decir que la alimentación adquiere una dimensión cuanto menos relevante.

Alimentos a evitar

Está claro que en la dieta, los protagonistas deben tener color verde. Las ensaladas, frescas y apetitosas para esta época del año, constituyen un elemento ideal para empezar a descargar a nuestro organismo de comidas pesadas. Admiten numerosas opciones, permiten aprovecharnos de la excelente huerta de la que disfrutamos en esta zona y no rehuyen mezclarse con complementos como fruta o frutos secos. Las ‘piscinas’ de aceite, por supuesto, le quitarán todo lo positivo a una buena ensalada.

La dieta debe ser equilibrada, y también hay que guardar un hueco a las carnes y los pescados. En el caso de los carnívoros por excelencia, las precauciones pasan por no abusar de las carnes rojas y abrazar otras opciones como el pollo, cuya versatilidad es alabada por numerosos ‘cocinillas’.

Sin duda, la clave de la alimentación cuando se intenta bajar peso y tallas es desterrar por completo las pequeñas cosas que dan al traste con todo el sacrificio de horas, días y semanas. Así, el alcohol deberá ser tomado con muchísima moderación y la comida basura considerarse como un enemigo número uno. Un filete de pechuga a la plancha con unas hojas de lechuga es mucho más barato e igual de ‘rápido’ que una hamburguesa y, por ejemplo, las pizzas de verduras, aunque parezca mentira, también existen.

Ni que decir tiene que una buena medida de prevención es evitar caprichos como la bollería industrial. En la merienda, una o dos piezas de fruta nos saciarán igualmente y el cuerpo lo agradecerá en mayor medida, aunque la boca se nos haga agua ante una reluciente napolitana rellena de chocolate.

Para acabar, qué mejor que desmitificar la tortura que produce el constante apetito. Comer poco, es decir, pasar hambre, no supone la solución. La clave está en comer bien, repartiendo la ingesta de alimentos de forma dosificada a lo largo del día y sabiendo discernir qué comer y qué no comer.