La eólica y el precio de la luz

El coste final de la factura de la luz depende de dos grandes componentes. El primero son los costes fijos del sistema, como el transporte, la distribución, los impuestos, los incentivos a las renovables… El segundo es el coste de la energía. Este se fija en un mercado competitivo donde las diferentes fuentes de energía ofertan la electricidad para satisfacer la demanda prevista. Como el del viento es cero, los productores de energía eólica pueden ofertar la electricidad a un precio más bajo que otros.

Por eso, el precio baja los días de más viento, ya que al generarse una fracción importante de la luz que se demanda con el viento, no es necesario poner en marcha las centrales más caras que queman combustibles fósiles importados. Al final de mes, se hace una media con los precios de todos los días. A mayor proporción de eólica consumida, menos  se paga en su recibo de la luz.

"El precio baja en los días de viento, ya que éste genera una fracción importante de la luz y no es necesario poner en marcha las centrales más caras"

En 2013 y antes de que se pusiese en marcha la Reforma Energética, los incentivos a la eólica le costaron 3,5 euros al mes al consumidor medio español, pero se compensaron con creces con la rebaja de su factura por el efecto reductor de la eólica en el mercado mayorista. Sumados ambos efectos, el resultado fue que la eólica no le costó dinero al consumidor final, sino que le ahorró 2,5 euros al mes. Es decir, si no se hubiese invertido en instalaciones eólicas el coste de la luz hubiera sido 2,5 euros más cada mes porque habría que haber utilizado combustibles fósiles importados para generar la luz.