Tudela

¿Hay gigantes talismán?

Cada miembro de la comparsa suele bailar a una de las míticas figuras; algunas de ellas han pasado por todos los hombres del grupo, pero... ¿tienen sus favoritos?

 

 

Su efigie impresiona a los más pequeños, pero también reverdece la memoria y la nostalgia de los más mayores. Hipnotizan a los niños, emocionan a los padres que contemplan a sus retoños y su sola presencia convierte a las fiestas de Santa Ana en una cita llena de majestuosidad. Mucho se puede escribir sobre los gigantes, en cualquier punto de la geografia navarra, pero especialmente en Tudela. Desde el año pasado, en la capital ribera conviven con los clásicos Sancho, Sancha, Juan de Labrit y Catalina de Foix dos figuras que poco a poco irán haciéndose un hueco en el imaginario colectivo: Óneca e Iñigo.

Los seis gigantes despiertan sensaciones diversas en los tudelanos

Los seis gigantes despiertan sensaciones en los tudelanos que se congregan en las calles durante las fiestas pero, ¿y en el caso de los componentes de la comparsa? ¿Cuál es su gigante predilecto? ¿Tienen a una figura talismán? ¿Prefieren bailar a uno que a otro por cuestión de peso o comodidad? De los 23 miembros que forman la agrupación, hay opiniones diversas, componentes por cuyos hombros ya han pasado -y en muchísimas ocasiones- todas las figuras del sexteto, incluidas las más recientes. También, entre los dantzaris de la comparsa, hay quienes empezaron con una figura concreta que durante años estuvo destinada a servir de adaptación a los principiantes. También los hay que se sienten más cómodos con mayor peso o quienes tienen la sensación de que una u otra figura encaja mejor en sus hombros y les permite coordinarse con mayor facilidad. Descubrimos junto a un veterano, un dantzari versátil y acostumbrado a cualquier gigante y una de las últimas incorporaciones qué sensaciones les transmiten las figuras más queridas de la fiesta.


Sandra Vaquero, 21 años

“Con Sancha me encuentro cómoda... y mi tío la bailó hace 30 años”

Sandra Vaquero, con Sancha

Su rostro será uno de los más buscados a partir de estas fiestas. Junto a Marta Peral y Alicia Cornago, Sandra Vaquero, de 21 años, es una de las chicas que se ha incprorado a la comparsa en este 2018. Las primeras mujeres en posar un gigante de Tudela en sus hombros en las tres décadas de historia del grupo. “Un motivo de orgullo”, como afirma con una sonrisa su presidente, Iñigo Castellano.

Tras tres meses intensos de adaptación, Vaquero, ya curtida en el Paloteado de San Juan Bautista y conocedora de las dantzas populares, tendrá a su gigante talismán en la figura de Sancha. “Es la figura con la que me encontré más cómoda desde el principio y con la que bailaré estas fiestas”, explica la joven tudelana, quien además recuerda que su tío, Luis Alberto Vilda, ya bailó a Sancha en los inicios de la comparsa, hace unos 30 años. 

Símbolo femenino

Aunque Castellano no le da importancia al hecho de que Vaquero baile a una ‘giganta’ (“las otras chicas bailan gigantes y los chicos también a las reinas”, dice), a la joven también le agrada que la figura que posará sobre sus hombros sea una mujer. De cara al futuro, le gustaría probar otros gigantes, aunque, de momento, se centra en disfrutar al máximo sus primeras fiestas como componente de la comparsa sosteniendo a Sancha. “Lo que más me ha costado ha sido acostumbrarme al peso, porque las danzas ya las conocía. Tengo ganas de vivir las fiestas, tendré que sacrificar el ocio pero no me importa. Espero que mis amigas vengan a verme”, expresa Vaquero.


Iñigo Castellano, 51 años

“De cada gigante se dice una cosa: más pesado, más cómodo...”

Iñigo Castellano, con Juan de Labrit

Ha cargado con todos los gigantes de la comparsa, tanto con los clásicos como con las incorporaciones más recientes. Iñigo Castellano es, a sus 51 años, un veterano de la agrupación y miembro desde hace tres decádas. “Estoy desde que están los gigantes”, cuenta. Por ello, quizás, al darle tiempo a saborear el baile bajo cada una de las figuras, no puede quedarse con ningún gigante talismán. Pero asegura que existen matices y que sus compañeros los perciben y los comentan.

“De todos se dice algo. De Sancho que es el más pesado, cuando en realidad no es así porque Juan pesa un poco más; de Sancha que es incómoda, de Catalina no se dice nada especial. Cada uno siente distintas cosas aunque cuando te acostumbras y te haces con la técnica, es cuestión de unos días cogerle el truco a cualquiera”, explica.

Castellano, presidente de la comparsa, ejerce además de mentor de los nuevos miembros cada vez que comienzan los ensayos y se sumergen en su periodo de adaptación. Por eso, en la actualidad baila a Oneca, la pareja de Iñigo Arista y la ‘giganta’ que se unió a la hornada hace ahora dos años. 

De ella comenta que “pesa menos que los viejos” y por eso “suele ser un buen gigante para la iniciación”, aunque destaca que hay quien prefiere más peso. “Por ejemplo, Sandra, una de las tres chicas que entra ahora, prefirió bailar a Sancha. Yo me decanto por menos peso. Depende de cada uno”, asegura.

“Cuestión de maña”

Para Castellano, el secreto para conseguir bailar un gigante es una mezcla de ensayo y trabajo con condiciones físicas como la fuerza... pero sobre todo maña. “Se trata más de cogerle el truco. Es cierto que pesa, pero ya se ve que, por ejemplo, yo no soy muy corpulento y aquí estoy”, señala con una sonrisa.


Roberto Maestu, 46 años

“No tengo ningun gigante talismán, cojo el que haga falta”

Roberto Maestu, con Sancho

Tampoco sabría elegir a su gigante talismán Roberto Maestu, pamplonés de 46 años que desde muy niño se crió en Tudela. Su caso se antoja especial, puesto que durante toda su vida no fue  aficionado de los bailes populares y las dantzas tradicionales pero la pasión de su hijo pequeño por la comparsa de gigantes le hizo probar y apuntarse. Seis años después, confiesa que para él es “un vicio”. Casellano le define como el ejemplo de que una persona ya adulta que no ha bailado en su vida es capaz, con mucho esfuerzo y trabajo, de aprender los pasos y además aprenderlos con 63 kilos encima.

Maestu se define como un “becario”, lo que traducido al lenguaje aparte del argot laboral sería un miembro versátil y capaz de bailar a cualquiera de las figuras. “No tengo ninguno predilecto ni talismán. Cojo el que haga falta, si alguien no está y me toca el que lleva esa persona, lo cojo yo, no tengo ningún problema”, asegura.

Al igual que Sandra, Roberto se inició en los ensayos y en sus primeras salidas con Sancha. “Tiene algo de fama de incómoda o no tan fácil de bailar como otros, pero a mí me resultó sencillo, es acostumbrarme”, asegura. Además, recuerda que cuando bailaba a Catalina de Foix tenía la sensación de que se le iba más para atrás que otras figuras.

Para Maestu, los momentos más emotivos en su condición de componente de la comparsa son la procesión de Santa Ana y la entrada de los gigantes a la Novena el día 25 de julio. “Al que es de Tudela le llega mucho ese momento”, dice.

Junto a su hijo, quien ha presumido orgulloso de que su padre forma parte del selecto grupo de hombres y mujeres que maneja a las emblemáticas figuras, ha ido creciendo y cogiéndole el gusto a los gigantes, pese al sacrificio personal que supone. “Aun así, es la forma más bonita de estar en el centro de la fiesta”, confiesa.