En un lugar no muy lejano...

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La Semana Santa se acerca, y con ella unos días en los que muchos pensarán para tomarse un respiro. Planificar un viaje de larga distancia supone a veces la única alternativa para muchas personas. Aunque, echando la vista alrededor, tal percepción cambiaría de forma repentina. Sólo hace falta abrir los ojos para comprobar que una escapada a alguno de los cientos de municipios de la Ribera de Navarra, La Rioja Baja, Campo de Borja, las comarcas del Moncayo o las Cinco Villas no tiene nada que envidiar a otros muchos rincones cuya lejanía se multiplica. Las posibilidades son infinitas, como demuestra esta amplia lista.

Ribera Alta

La comarca bañada por los ríos Arga y Aragón muestra su riqueza monumental y patrimonial manifestada en prácticamente todos sus municipios. Las iglesias y ermitas contemplan los cascos urbanos desde hace siglos. En Sesma, límite con Tierra Estella, destaca la coqueta Ermita de la Virgen de Almuza, donde los vecinos celebran una romería anual.

La vecina localidad de Andosilla alberga la espectacular Basílica de la Virgen de la Cerca, patrona de la localidad, una de las manifestaciones más notables del románico en la zona. Los andolenses pueden presumir también de tener al lado de casa un importante asentamiento romano como es el de Resa. Además, durante la Semana Santa, el municipio se engalana para presenciar la representación de la Crucifixión de Jesús, que se celebra en Viernes Santo. No hay que olvidar edificios acondicionados como El Fortín, antiguo edificio militar de Azagra, municipio en el que cabe destacar también la presencia de la Basílica de San Esteban.

Más al Este, lindando con las Cinco Villas, conviven una serie de localidades ricas también en arquitectura religiosa. Santa María de Mélida alberga uno de los más interesantes retablos de la Comunidad Foral, creado por Juan Jiménez de Alsasua. No muy lejos de allí, en Carcastillo, reposa el sobrio Monasterio de la Oliva. El templo, prototipo de arte cisterciense, es uno de los puntos de mayor afluencia de visitantes de la zona, y se puede ver de lunes a domingo, incluyendo la posibilidad de asistir a las misas. El Palacio Señorial de los Abades de la Oliva complementa al templo.

Más ligado a los espacios naturales es Figarol, donde pasar una tarde en la Laguna de los Dos Reinos, en la frontera con Aragón, se convierte en una buena opción para los amantes de la naturaleza. Para quienes prefieren reencontrarse con la historia, el Castillo de Santacara o las ruinas de Rada Viejo, donde se encuentra la remozada Ermita de San Nicolás, se presentan como destinos obligados.

Regresando a los dominios de Arga y Aragón, aunque más pegados a la Ribera Baja, en los enclaves naturales de la zona cabe destacar el Barranco de Peñalén de Funes, o las Cuevas del Ega, en San Adrián.  Otras localidades ofrecen sus joyas arquitectónicas civiles para deleite del visitante. El Castillo de Marcilla, fortaleza y mansión palaciega del siglo XV, fue restaurado por última vez en 2012. Peralta, por otra parte, cuenta en sus calles con un Palacio barroco que data del siglo XVIII y con dos vestigios de antiguas épocas como son su Atalaya y el Portil de los Lobos, entrada al conjunto prerrománico de la villa.

Falces, además de varios monumentos, acoge en sus enclaves, como atracción destacada, el Parque del Hábitat del Visón Europeo, un proyecto que busca conciliar la actividad humana y la dinámica natural de los tramos bajos de los ríos Arga y Aragón. Adentrándonos en la Ribera Baja, Villafranca da la bienvenida al viajero con numerosos atractivos. Su conjunto arquitectónico barroco es uno de los más renombrados de Navarra. Destacan el Palacio de los Bobadilla (siglo XVII), el Palacio del Conde de Rodezno (s. XVI) y otro edificio, esta vez religioso, como el Convento de Nuestra Señora del Carmen (s. XIII).

No menos pueden presumir los habitantes de Milagro, municipio que cuenta en sus calles con dos edificios civiles de postín como el Palacio de los Guenduláin o la Casa de los Carrillo.  Antes de descender definitivamente rumbo a las tierras adyacentes a las Bardenas Reales, es preciso incluir en la lista las ruinas del Cristo de Caparroso, que datan del siglo XIV, cuando en lo alto de la villa se asentaba la antigua Parroquia de Santa Fé.

Junto a la Bardena

Las Bardenas Reales se extienden majestuosas y dominantes nada más entrar en la zona más meridional de Navarra. Poblaciones como Cadreita ligan las costumbres de sus gentes a este enclave que se ha convertido en patrimonio indispensable de los riberos. No obstante, los cadreitanos gozan de varios puntos de interés en su casco urbano, como la Casa Ducal o la Iglesia de San Miguel Arcángel. Valtierra, rica en joyas artísticas religiosas. Ejemplo de ello son la escultura del Cristo de las Enagüillas, al igual que el Retablo Mayor de Santa María, el más monumental de Navarra y declarado Bien de Interés Cultural. Si hay que hablar de vestigios, no se deben olvidar rincones como La Torraza, antiguo bastión del moro Muza, o el Castillo de Peñaflor, en el Vedado de Eguaras, objeto de leyendas sobre Doña Blanca y Sanchicorrota. No por tratarse de un municipio de más reciente creación es menos interesante Castejón. Su condición de Villa Ferroviaria le hace albergar un rico e interesante Museo especializado en el Ferrocarril.

También lindando con La Rioja se encuentran tres referencias de la comarca. Corella alberga el conjunto de casas palaciegas más rico y amplio de la zona, y, por encima de todos sus atractivos, presume de la Basílica de Nuestra Señora del Villar. De ornamentación barroca, la calidad de las pinturas que se concentran en su interior es excelsa, destacando en todo el retablo mayor la 'Epifanía', obra de Diego Pérez de Vidángoz. Una visita al Museo Arrese y a las bodegas del municipio se convierten en citas ineludibles. Cinruénigo, por su parte, presume de casas solariegas como la de Navascués y Ligués, y de la nada desdeñable Iglesia de San Juan Bautista.

Al Suroeste de Tudela recorre su valle el río Queiles, zona de pequeñas pero destacadas localidades, conectadas por la antigua vía del Tarazonica, que ahora es camino concurrido para senderistas y ciclistas. Murchante rezuma aroma al vino que desprenden sus dos bodegas de referencia como Príncipe de Viana y Campos de Enanzo, además de otras particulares en las que se elaboran caldos de forma aún más artesanal. Su personaje más ilustre, Basiano, cuenta con un Museo que recuerda su obra.

Hablar de Cascante es hacerlo de la Basílica de Nuestra Señora del Romero, situada en el punto más alto de la ciudad y cuyo acceso a través de los 39 arcos de medio punto rememora las escenas del Calvario de Cristo. También en lo alto del municipio de Ablitas se erige su imponente Castillo. Los retablos de la Iglesia de Santa María Magdalena consitituyen otro valor para los abliteros. De Tulebras nadie se marcha sin admirar el Monasterio de Santa María de la Caridad, el de mayor ocupación de la zona. Monteagudo, casi en el límite con Zaragoza, es lugar de conventos como el de los Padres Agustinos Recoletos, y del Palacio del Marqués de San Adrián. El yacimiento de las Yeseras, 'la sábana de Monteagudo', es el único en proporcionar abundantes restos de grandes mamíferos como el mastodonte.

La margen derecha del Ebro enriquece a los pueblos que baña, pudiendo resaltar el paraje del El Bocal, junto a Fontellas, donde es posible observar el árbol más longevo de Navarra o la gran presa del Canal Imperial.

Cabanillas, municipio vecino, alberga una de las iglesas de mayor valor patrimonial de toda Navarra, la de San Juan de Jerusalén. Se trata del monumento románico más meridional de la Comunidad Foral, una construcción que podría fecharse entre finales del siglo XII y principios del XIII. La iglesia de San Juan de Jerusalén fue declarada monumento histórico-artístico en 1983. El edificio que se ve en la actualidad es el resultado de la restauración llevada a cabo por la Institución Principe de Viana. Las obras se desarrollaron en cuatro cuidadas fases. Cerrada al culto desde 1975, la reinauguración se celebró en 2002.

Cabanillas también celebra cada año una tradición arraigada entre sus vecinos y símbolo de la Semana Santa ribera. El Domingo de Resurrección se representa por las calles y balcones del municipio la captura de Judas, encarnado éste, y los romanos que tratan de apresarle, por jóvenes cabanilleros.

La iglesia mozárabe de Ribaforada, a la que se adosa una imponente torre, y el Palacio del Conde Altamira, de Buñuel, son otras de las referencias arquitectónicas de la zona, en la que brilla con luz propia el Castillo de Cortes, remozado gracias a la ayuda desinteresada de un grupo de vecinos e incluido en la ruta de los castillos de Navarra. Es posible realizar visitas guiadas (www.castillodecortes.com) al interior del mismo y apreciar sus estancias y salas, además de disfrutar de un entorno perfectamente acondicionado para el ocio.

Tudela

La capital ribera, Tudela, muestra sus encantos como colofón a una comarca llena de riqueza cultural. La joya de la corona es la Catedral de Santa María la Mayor, presidida por la enigmática Puerta del Juicio, un símbolo de la ciudad. Las numerosas iglesias que conforman el conjunto arquitectónico religioso se mezclan en el Casco Antiguo con edificios civiles emblemáticos tales como la Casa del Almirante. Reseñables son también el Corazón de Jesús y el Corazón de María, éste último próximo a la Torre Monreal, en cuyo interior se puede admirar la ciudad desde una cámara oscura. La celebración del Volatín y la Bajada del Ángel (Sábado Santo y Domingo de Resurrección, respectivamente) constituyen dos celebraciones marcadas en rojo que culminan la Semana Santa.

De Navarra a la Rioja Baja

El Ebro, antes de llegar a Tudela, baña a varias poblaciones de la Rioja Baja, tierra de viñedos y no exenta de atractivos artísticos. Alfaro, cabeza de comarca, se caracteriza por su variedad arquitectónica, tanto civil como religiosa. Como monumentos de renombre, cabría destacar el Palacio Abacial y el de los Sáenz de Heredia, además la Colegiata de San Miguel. Ésta última, situada en plena Plaza Mayor, constituye el templo religioso más grande de toda La Rioja, con 3.000 metros cuadrados de superficie total y dos majestuosas torres que la presiden con sus 50 metros de altura. En lo que respecta a la naturaleza, la proximidad con el Monte Yerga permite al viajero disfrutar de rutas variadas en el entorno del municipio.

Un espléndido monumento con referencias al tiempo y a la edades del hombre preside la plaza de España. de otro pueblo como es Aldeanueva de Ebro. Basándose en la planta torre de la parroquia, el conjunto presenta varias esculturas simbólicas y fue realizado por el artista local Miguel Ángel Saiz. En la Iglesia de San Bartolomé descansa un poblado Retablo Mayor, referencia artística de la comarca.

Al igual que los municipios anteriormente nombrados, Autol linda con los parajes de la Sierra de Yerga, y precisamente en uno de los rincones de las afueras de la localidad se encuentra una curiosa formación rocosa que ha pasada a considerarse imagen de cabecera. El Picuezo y la Picueza han sido moldeados por el viento a lo largo de los años. Cuenta también con las ruinas de lo que en su día fue un castillo que servía como fortaleza.

En un estado semirruinoso se encuentra también la aldea de Turruncún, uno de los atractivos de Arnedo. Deshabitada desde finales del siglo XX, todavía conserva en pie edificios como la iglesia y cuenta con merenderos en la parte trasera del pueblo. De Arnedo tampoco es menester marcharse sin admirar su castillo musulmán, antigua fortificación de los Banu Qasi.

Los yacimientos minerales son propios de esta zona riojana más cercana a la provincia de Soria. Destacan los de Navajún y Ambas Aguas, de piritas, y los de Cornago e Igea, que son de icnitas. En Cornago es posible visitar también la Ermita de San Blas, una antigua sinagoga con coloristas y finas pinturas en su interior. Cerca de allí, en Grávalos, las ruinas del Monasterio de Santa María dan lustre al municipio.

La zona del Alhama, por su parte, alberga un atractivo que la ha hecho famosa a nivel mundial. Ese no es otro que los restos de huellas y los yacimientos de dinosaurios. La ruta llega hasta la localidad de Enciso, aunque las paradas en los yacimientos de Las Navillas (Rincón de Olivedo), Cervera y Aguilar del Río Alhama e Inestrillas son obligadas para los aficionados a los saurios.

Las rutas naturales de esta zona denotan espectacularidad en cada rincón observado por el caminante o clclista. Desde municipios como Cervera, Cabretón o Aguilar es posible llegar al cristalino Pantano de Añamaza. Otros puntos destacados de la zona son las ruinas de la Ermita de Santo Domingo de Valdegutur, declaradas Bien de Interés Cultural, o el término de Contrebia Leucade, entre Aguilar e Inestrillas, el poblado prerromano más importante de La Rioja.

Mirando a Soria

El valle del Alhama comparte frontera con parte de la provincia de Soria, y vecindad con algunas localidades en las que también es posible perderse. Motivo de mención son el Castro Celtíbero del El Castellar, en San Felices, los restos del Castillo y los saltos de agua en Débanos o la torre medieval y el puente romano de Cigudosa. Las ermitas, como las antiguas de San Roque y San Sebastián en Valdeagua del Cerro, o la de San Pedro Apóstol en Fuentrestún, representan interesantes visitas para los amantes de la arquitectura religiosa.

La Tierra de Ágreda es también una parte importante de la ruta de los castillos y los torreones sorianos. Ejemplos vivos y dignos de destacar aparecen, por ejemplo, en Trébago, donde un imponente torreón islámico se erige junto a la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción. Matalebreras presume también de torreón y Magaña, más al Oeste, cuenta con uno de los castillos señoriales del siglo XV más importantes y representativos de la provincia. En cuanto a la iconografía religiosa de gran escala, no se debe olvidar la iglesia de San Nicolás de Bari en Castilruiz.

Las localidades de Ágreda y Ólvega representan las principales cabezas de comarca, y su oferta cultural así lo atestigua. En Ágreda, existen edificios monumentales como el Palacio de los Castejones o la Basílica de Nuestra Señora de los Milagros. Los torreones, la sinagoga y los vestigios musulmanes del barrio moro convierten a esta localidad en una mina de historia y cultura concentrada en sus calles. Ólvega, por su parte, es población de ermitas y otros atractivos patrimoniales y naturales (más información en la página 16).

Con las faldas del Moncayo empinando el terreno, las posibilidades de disfrutar de los parajes del monte se multiplican, ofreciendo al viajero rincones tan coquetos como el manadero del Río Queiles, en el término municipal de Vozmediano, o la cueva del Dios Baco. Repleta de estalactitas y estalagmitas, supone toda una experiencia para la vista.

Lo mismo ocurre en Borobia, localidad en la que se encuentra el observatorio astronómico El Castillo (información en el 976 64 63 37). Desde su planta de telescopios y sus miradores surge una clara visión de las estrellas acrecentada por la limpieza de los cielos en la zona. La naturaleza moncaina en su esplendor se muestra también en las rutas por los senderos habilitadas en la cara sur de la montaña, accesibles de Purujosa o Beratón, donde existe también el paraje conocido como 'La Muela de Beratón', un 'microhábitat' con especies propias del Pirineo.

Tarazona y su comarca

La ciudad de referencia en el área aragonesa del Moncayo es Tarazona, alrededor de la que se asientan pequeñas localidades, todas ellas con los encantos propios de una zona marcada por la majestuosidad del monte. La antigua turiaso es cuna de arte mudéjar, como lo atestiguan numerosas construcciones de su casco antiguo, declarado Conjunto Artístico Histórico en 1965. Referencia de su riqueza monumental es la Catedral de Nuestra Señora de la Huerta, recientemente reformada y reabierta al público. En cuanto a arquitectura civil, destacan el Palacio Episcopal o la Plaza de Toros Vieja. Precisamente con motivo de la Semana Santa, Tarazona vivie una de sus festividades más arraigadas. Se viven momentos destacados como la exaltación de cornetas, tambores y bombos, el Vía Crucis o la procesión de Viernes Santo.

Al norte de 'Turiaso', el municipio de Malón alberga un interesante Museo del Agua, con una exposición permanente sobre el río Queiles y su relación con la propia localidad, desarrollada con las más innovadoras tecnologías expositivas. Vierlas, por su parte, es una de las poblaciones incluidas en la Ruta de la Garnacha por su tradición vitivinícola.

Las rutas en bicicleta o a pie desde Santa Cruz, Los Fayos -con excelentes vistas de la zona desde el mirador de su presa- o Torrellas son inmejorables. En Grisel, por ejemplo, se ha acondicionado la zona de la sima conocida como el Pozo de los Aines. Para hacerse una idea de cómo los antiguos moradores de la zona trabajaban el campo, el Museo del Labrador de Lituénigo alberga más de 200 piezas, enseres y aperos de labranza, divididos en varias plantas y salas. La vecina Litago, por su parte, presume de joya románica materializada en la fabulosa Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción.

Ya con la montaña en su máximo esplendor se erigen Vera, Veruela y Trasmoz, que comparten el legado del escritor Gustavo Adolfo Bécquer, impregnado en el Monasterio de Veruela, tesoro cisterciense del siglo XI. Una estatua del literato descansa en la parte más alta de Trasmoz, justo enfrente de su imponente castillo. Allí es posible visitar el Museo de las Brujas. Alcalá, por su parte, descansa sobre un cerro, lo que permite una visión de la comarca privilegiada, al abrigo de los restos de su muralla medieval. La localidad más meriodional de la zona es Añón. Atravesando sus estrechas callejuelas se accede a las Cuevas, ahora cerradas al público, pero habilitadas de merenderos y zonas de descanso complementarias a las rutas que es posible acometer desde tal punto.

Campo de Borja

La reminiscencia del Moncayo se deja entrever también en la comarca de Campo de Borja. Tierra de viejos castillos y de caldos denominación de origen, su cabeza visible, Borja, ofrece varios atractivos. El Santuario de la Misericordia es un templo de extraordinaria belleza arquitectónica, y mediatizado desde hace dos años gracias a la presencia del Ecce Homo. A unos kilómetros del casco urbano se encuentran las Cuevas de Moncín, donde se pueden contemplar antiguas pinturas rupestres.

Los castillos, en efecto, son parte inseparable de la idiosincrasia comarcal. Así lo atestiguan los de Ainzón, Alberite de San Juan, Bulbuente, la torre de Agón, o la espectacular atalaya de Talamantes. Esta localidad alberga también en sus alrededores ricos parajes naturales como Las Peñas de Herrera o La Tonda. Hacer una parada en Tabuenca es otra opción más que recomendable, ya que el visitante tendrá la ocasión de disfrutar de rincones con como la Peña de Armas o los Arcos de Valdearcos.

En lo que a arquitectura civil se refiere, podrían destacarse varios lugares de obligada visita. A saber, el Palacio de los Condes de Villahermosa, en Fréscano, el de los Condes de Bureta, en Bureta,  o el antiguo Palacio de los Hospitalarios en Ambel. Otros lugares que no deberían desecharse en Campo de Borja son el poblado medieval de Bruñén, situado en Bisimbre; Magallón y su iglesia mudéjar de Santa María de la Huerta; los restos de la Almunia de la Taifa en Maleján, o Fuendejalón y sus bodegas. La necrópolis islámica El Quez, a un kilómetro de Alberite de San Juan y Magallón, alberga los restos hispano-visigodos más singulares de toda la zona a orillas del río Huecha.

Ejea y Cinco Villas

Para finalizar el recorrido por el área nuestras comarcas, Ejea y las Cinco Villas guardan entre sus muros y parajes recodos de historia plasmados en rincones con enorme riqueza. La capital, Ejea, alberga museos sobre variadas temáticas, elegantes caserones aragoneses y escapadas naturales como Farasdués o la antigua calzada romana.

Los castillos suponen una parte indispensable para todo visitante de la comarca. Los de Luesia, Castejón de Valdejasa, Sádaba y Uncastillo permiten rememorar a través de sus murallas batallas de otras épocas. En Sos del Rey Católico destacan su judería y edificios como el Palacio de Sada. Sus vecinos de Uncastillo también pueden presumir de albergar el poblado romano de Los Bañales y el centro de arte religioso del Prepirineo. También Tauste destaca en arte sacro gracias al retablo de la Coronación en la Iglesia de Santa María. Biota ofrece al visitante un interesante Museo Parroquial y Luna hace lo propio con el yacimiento de icnitas más destacado de la zona. El Santuario de Sancho Abarca, el Pozo de Pígalo en Luesia, o el Mausoleo  romano de los Atilios en Sádaba son otras escapadas indispensables.